Desde el instante que trascendió el pasado miércoles que Miguel Báez Espuny 'Litri' había dejado el reino de los vivos, amigos, admiradores, crítica y personajes ... ilustres, inundaron de escritos laudatorios periódicos, emisoras, portales especializados y telediarios. Lógico que así haya sido porque la figura del torero nacido en Gandía y afincado desde su infancia en Huelva, durante su larga trayectoria vital había hecho suficiente acopio, primero como artista, y siempre como ser humano, de méritos que le han distinguido como una persona excepcional.
No obstante, resulta ineludible que por haber sido persona distinguida con la amistad de figura tan señera, también quiera dejar una pincelada sobre su bonhomía, que considero relevante y que me es próxima. Fue Julio Pérez 'Vito', quien fuera genial torero de plata y amigo entrañable de Miguel, quien me aproximó más estrechamente a su figura, de la que fui descubriendo no sólo su socarrona humanidad, sino su inmensa generosidad, así como el cariño que dispensaba a todo lo que estuviera relacionado con Valencia.
Producto de ese afecto a todo lo nuestro, en varias ocasiones visitamos Peñalosa, la finca más emblemática de cuántas ganó frente al toro. Unas veces para cumplir con compromisos para él ajenos, pero que sabía de la importancia que tenía para nuestra persona, como aquella vez que un directivo de una multinacional quiso conocer una ganadería de bravo, y que por coincidir las iniciales de su nombre con las de Concha y Sierra, le obsequió con una cerámica con el hierro de la ganadería que por aquel entonces le pertenecía.
O aquella otra, en la que acudimos acompañados de Pepe Luis Benlloch y del recordado Alfonso Navalón, e invitó a otro ilustre torero retirado, Manuel Roig, 'Niño de la Isla', a que nos desentrañara el secreto de poner una vaca en el caballo depacito, sin prisas.. Fue lección magistral, casi tanto como lo ha sido la figura del amigo que nos ha dejado. Todo un ejemplo de hombre cabal.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
