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Libertad y justicia para todos, no sólo para algunos

ANA GIRONÉS PERIODISTA Y PROFESORA

Jueves, 13 de diciembre 2018, 10:14

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Aprovecho este artículo para llamar a la responsabilidad y defender la libertad y el respeto a las ideas de todos. Lo digo por dos hechos concretos que se han producido recientemente y en los que se refleja esta falta de libertad, respeto y responsabilidad.

En primer lugar, la profesora, escritora y miembro de VOX Alicia Rubio ha sufrido un 'escrache' en Valencia, en el Casino de Agricultura, cuando iba a dar una conferencia sobre ideología de género. Y recordemos que el significado de este término es: acción intimidatoria contra personas con las que se está en contra por sus ideas políticas, religiosas... y a las que se persigue por lugares públicos y privados.

Recordar también que Alicia Rubio fue cesada como jefa de estudios del instituto Arquitecto Peridis de Leganés en 2017 por publicar su libro 'Cuando nos prohibieron ser mujeres... y os persiguieron por ser hombres' en el que se desmontan los postulados de la ideología de género y se denuncia el adoctrinamiento que sufren los niños en los colegios y los peligros y el daño que se les está haciendo.

Me gustaría plantear unas preguntas: ¿Cuál es el delito de esta profesora y escritora para que cada vez que da una charla haya un grupo de radicales y extremistas en la puerta intimidándola, gritando e insultándola? ¿Dónde está la libertad de expresión?

En las dictaduras se persigue a personas que están en contra del régimen establecido. ¿Pero España no es una democracia? ¿No estamos en un Estado de derecho? ¿Sólo tienen derecho a manifestarse los radicales, los independentistas y los defensores del lobby LGTBI?

¿No será que Alicia Rubio habla libremente de las consecuencias de la ideología de género y que además de ser profesora y escritora es miembro de VOX?

Desde luego, tiene todas las papeletas para que no la dejen vivir en paz ni expresar libremente sus opiniones. Aunque en sus conferencias más que opiniones muestra datos, informes y estadísticas sobre los peligros de la ideología de género. Eso es lo que hizo en su conferencia en el Casino de Agricultura.

El segundo hecho que quería destacar y que está relacionado con el anterior es la condena a once años de prisión a un exprofesor de un colegio de Bilbao por «abusar de un alumno» durante los cursos 2008-09 y 2009-10. En este caso me gustaría destacar varios aspectos:

1) Los medios de comunicación recogen que la cuantía de la condena (once años de prisión) ha sorprendido a todas las partes, ya que supera la pedida por el fiscal e incluso la que solicitaba la acusación particular, la familia del menor.

2) La acusación particular no ha presentado ninguna prueba, sólo la declaración del menor. El tribunal considera que el testimonio del joven es «verosímil».

3) Los forenses consideran que el relato que contó el joven era «consistente y coherente».

4) Cuando se denunciaron los hechos el colegio estudió el asunto preguntando a profesores y alumnos y ninguno había tenido problemas con el profesor, ni habían notado ninguna conducta «extraña». Normalmente los acosadores son personas reincidentes, pero en este caso no ha habido ninguna otra persona de la que haya abusado.

5) Durante los ocho años que estuvo de profesor no tuvo problemas con ningún alumno. Tampoco es una persona consumidora de pornografía a través de internet o revistas.

6) El colegio también habló con el profesor y él insiste ante el colegio, personas de su entorno y el tribunal en su inocencia y que nunca ha abusado de nadie.

7) Tanto la dirección del colegio, los profesores como los alumnos apoyan al profesor.

8) La defensa del profesor ha intentado demostrar su inocencia ante el tribunal.

Y yo me pregunto: ¿En un Estado de derecho lo que hay que demostrar no es la culpabilidad? En este caso la única prueba condenatoria es la declaración del niño. Eso ha sido suficiente para condenar a este profesor a 11 años de cárcel.

Esta situación me recuerda a la mal llamada «violencia de género». En algunos casos, y subrayo lo de algunos, se están produciendo denuncias de abusos falsos. Pero antes de seguir, quiero aclarar que se debe perseguir todo tipo de violencia y abuso contra las mujeres, contra los niños, contra los ancianos y contra todas las personas que lo sufran independientemente de su edad y sexo. No hay que discriminar a nadie. Pero hay que tener cuidado porque se están produciendo injusticias muy grandes.

Hace unas semanas, por ejemplo, se publicaba en LAS PROVINCIAS una noticia sobre una joven de 22 años que preparó un plan para enviar amenazas al móvil de una amiga como si fueran de su exnovio. Debido a estas denuncias de «falsos abusos», el joven, que después se ha demostrado que es inocente, fue detenido seis veces por acoso y ha pasado varias noches en el calabozo. Él mismo declaraba a la prensa: «Aquí la víctima soy yo. No se puede contar con palabras... he vivido un auténtico calvario. ¿Quién va a reparar ahora todo el daño que me han hecho a mí y a mi familia?».

Desde aquí llamo a la responsabilidad de todos: abogados que a veces aconsejan a sus clientes que denuncien falsos «abusos»; familias que creen sólo lo que les cuentan sus hijos sin escuchar a los profesores y a otras personas; jueces que condenan a personas basándose sólo en el testimonio del acusador, sin más pruebas acusatorias; medios de comunicación que a veces se ensañan y amplifican casos de abusos, que después se demuestran que son falsos... y a todas las personas que opinamos y condenamos a personas sin tener la información suficiente. Tan injusto es no perseguir el delito, ni al delincuente, como condenar a un inocente.

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