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Libertad sin ira

El tono de matones de quienes empujan, insultan e incluso golpean a los manifestantes revela un clima muy preocupante

María José Pou

Valencia

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Lunes, 1 de octubre 2018, 09:34

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Se puede criticar la oportunidad de la manifestación organizada por Jusapol en Barcelona como han hecho varios sindicatos policiales; se puede evidenciar su mezcla de intereses profesionales legítimos y otros fines políticos menos claros; se puede incluso estar de acuerdo en que llevaba una semilla de provocación en vísperas del aniversario del 1-O, pero a pesar de todo eso hay actitudes que no son aceptables bajo ningún concepto. El tono de matones de quienes empujan, insultan, amenazan e incluso golpean a los manifestantes revela un clima muy preocupante en Barcelona y allí donde pueda contagiarse, como Valencia.

No se trata solo de su forma de actuar sino de que puedan hacerlo sin consecuencias. Que se pueda pegar a un ciudadano impunemente u orquestar una operación para desestabilizar toda la ciudad, comenzando por atacar a la policía, parece inadmisible en cualquier otro contexto. Si esas hordas hubieran pertenecido a un club de fútbol y hubieran acosado y pegado a los seguidores de otro club, ahora no estaríamos echando la culpa a quien perdió el partido y provocó las iras de los aficionados. Tendríamos claro que ninguna agresión está justificada por mucha provocación que existiera. Acudir al mismo campo de fútbol y corear cantos contra el otro puede ser considerado un mal gesto pero nunca un aval para la violencia.

En la convivencia entre independentistas y españolistas, los tiempos más duros del fútbol parecen coros y danzas al lado de algunas imágenes que hemos visto. Las acusaciones mutuas de '¡fascista!' son reveladoras . Unos y otros se consideran sometidos a comportamientos totalitarios por la imposición y el acoso. Sin embargo, defender en público un ideal distinto al de la mayoría no debería ser considerado totalitario. La libertad es eso, poder discrepar sin correr riesgos.

La máxima es perfectamente aplicable al contexto valenciano. Podrá parecernos mejor o peor, oportuno o inoportuno e incluso oportunista, que el Nou d'Octubre alguien coree lemas a favor del Reino de Valencia o a favor de la República Catalana. Podrá considerarse una provocación y no le faltará razón a quien lo haga, pero ningún 'vixca/visca' puede responderse con un puñetazo ni ningún policía es responsable de que confluyan manifestaciones opuestas en un mismo lugar. Su papel, por el contrario, suele ser resolver los problemas que no se han calculado bien en un despacho y hacerlo recibiendo insultos, patadas o botes de pintura. La simplificación de responsabilidades es uno de los peores pecados que vamos a ver estos días, tanto hoy en Barcelona, como quizás la semana próxima en Valencia. La culpa es de quien comete la agresión pero el caldo de cultivo que se cocina lentamente y crea un entorno adecuado para agredir y ser agredido también es responsabilidad de alguien más. Los ánimos, tan maleables y útiles, se pueden y se deben calmar desde cualquier tribuna pública.

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