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¿TAN LEJOS QUEDA EL TÍTULO DE LIGA?

La cantina ·

El Valencia Basket es demasiado tibio. No está siendo una mala temporada pero es un equipo que no emociona

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Domingo, 17 de febrero 2019, 12:52

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El Valencia Basket cayó dignamente en los cuartos de final ante un Barcelona que, además de defender el título, es un equipo repleto de atletas que si no te ganan por talento, te aplastan. Así que no es el momento de afilar la guadaña. Si das un paso atrás y ves el recorrido completo de esta temporada inconclusa, tampoco está mal. Han titubeado en la Liga ACB y han arrasado en la Eurocup, uno de los caminos que conduce a la Euroliga, donde yo pensaba que el Valencia Basket se asentaría después de ganar la Liga de la mano de mi apreciado Pedro Martínez.

Así que sería injusto decir que está siendo un mal ejercicio. Como sería desmedido pedir la cabeza de Jaume Ponsarnau -por cierto, ¿a qué vino esa dedicatoria al Manresa sobre el parqué caliente del WiZink Center?-, un bonachón que a todo el mundo cae bien, que no crea problemas, que no se queja del médico y que no machaca a los jugadores.

Los números no son malos, así que la rueda sigue girando.

La historia va más allá. Para mí, que ya hace años que me quité el traje de cronista para convertirme en espectador-estatua, sin bufanda, la temperatura hay que tomarla de otra forma. Porque este equipo te deja frío. Generalmente, salvo alguna reciente sorpresa desagradable, gana a quien tiene que ganar y pierde contra quien no pasa nada alarmante si pierde. Algunas de esas victorias rutinarias, el pez grande se come al chico, se han celebrado con la boca pequeña. Y en los partidos que se han perdido, como el del viernes ante el Barça del eficiente Víctor Claver -por cierto, ¿por qué pita la gente en la Fonteta al mejor jugador valenciano de todos los tiempos?-, se vislumbra la derrota incluso cuando el marcador dice lo contrario.

O sea, que el Valencia Basket se ha convertido en el equipo menos intrigante de España. Y sin esta emoción, esta incertidumbre, sin pasión, digo, el deporte es como hacer un brindis con agua.

Y cuando eso sucede y han estrenado en la cartelera la magnífica 'Green Book', coges y enfilas hacia los Lys en lugar de hacia la Fonteta. Y si, en los postres, la tertulia con los amigos que has ido a visitar en Malilla, al lado del pabellón, está animada y abundan las risas, estiras el brazo, metes la mano hasta notar el frío de los hielos en la yema de los dedos y sigues conversando sin que tu mujer te recuerde que había partido a las seis.

Yo lo veo así, como habrá quien piense, y lo respeto, que si eres aficionado de un equipo hay que serle tan fiel como a tu chica. Mis dieces.

Pero cada vez que veo a este equipo sin pulso, me viene la misma pregunta: ¿Tan lejos queda el Valencia Basket campeón de Liga? ¿Tan poco queda de aquel carácter que, más allá del título, más allá de las finales, enamoró al público de manera tan apasionada que lo llevó al punto de ebullición?

Creo que el problema parte de la raíz. Creo que se apostó por lo menos incómodo en lugar de invocar el riesgo, la audacia que te devuelva a la cumbre. Y Ponsarnau es un buen entrenador, pero no te hace palpitar el corazón, no es un técnico para ganar una Liga, que debería ser el reto siendo coherente con ese pasado tan reciente. Luego, lo normal es que te quedes en el intento, pero caerás a la lona con la cara bien alta, la boca partida y los guantes manchados.

Ponsarnau, curiosamente, sacó lo mejor del equipo cuando más fuerte fue la presión. En cuanto se aflojaron los nudos de la corbata en las oficinas, volvió la comodidad.

También faltó atrevimiento para sacar la tijera, ser impopular y cortar a uno de los veteranos. Doloroso, como necesario. Ahora te ves en la tesitura de tener que tener sentado en el banquillo, como la abuelita que se queda traspuesta en el sillón, a Rafa Martínez. Con una diferencia, que a esta buena mujer bastará con apretarle un poco el hombro cuando toque marcharse y se irá sin rechistar, que hay que ver cómo ha crecido el pequeño y lo guapo que está, y el capitán puede estar digiriendo un problema más para el vestuario.

El equipo, encima, cojea. Los bases cumplen sin grandes alardes y los pívots imponen su ley en casi todas las canchas, pero los escoltas y los aleros, de donde debería manar talento a chorro, han desertado por diferentes motivos.

Pero, bueno, los números no son malos y la Eurocup siempre se nos ha dado bien...

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