Llegada la hora de los balances, y al margen de lo sucedido en el ruedo, que ha sido mucho y bueno, y que en estas ... páginas lo ha contado primorosamente mi compañero y amigo Pepe Luis, en el lugar de honor hay que poner al público. ¡Qué gozo!, ni los peores enemigos de la lidia, lluvia y viento, han sido capaces de frenar el entusiasmo de los aficionados a la hora de acudir al coso valenciano. Pero todo tiene límite, y ayer, la lluvia constante y un ruedo impracticable, les ganó el pulso, y se quedaron sin poder ver el cierre con El Juli, De Justo y Manzanares.
De semejante comportamiento, queremos pensar que la nueva empresa, Nautalia, que gestiona el coso del Cap i Casal, habrá sacado jugosas lecturas. Entre las más sobresalientes esta que la plaza de Valencia no se parece en nada a otras de igual porte. Esto no debe interpretarse como que sea mejor o peor, pero sí que es diferente. Que tiene su propia personalidad, destacando de forma notable, que carteles que en otras plazas pueden ser de lleno, aquí se quedan a mitad de camino.
Si para reafirmarse en esta evidencia precisan de una encuesta fiable, la que más y mejor información les puede ofrecer será lo que revele las taquillas antes de que se anunciara el mal tiempo. Ver vacías las barreras y contrabarreras y buena parte de los tendidos de sombra en determinados festejos, denota que lo ofrecido no es lo que el público demanda, o sí, pero con precios a tenor del presupuesto de cada cartel. De ahí que cuando se pide libertad de precios, algo con lo que estamos totalmente de acuerdo, sea para ajustarlos a la calidad de la oferta. El aplauso casi general que recibieron los carteles, y el apoyo dado a los mismos, creo no equivocarme, obedecía a dos componentes: Al voto de confianza que se suele dar a quienes debutan en un escenario y, porque para los aficionados, que no para el público, que a veces se confunde, las corridas tenían argumentos para que así fuera. Cuestión de matices, sin más.
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