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Como lágrimas en la lluvia

ANTONIO BADILLO

Jueves, 14 de febrero 2019, 11:31

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En una de esas secuencias bordadas en la historia del cine, el replicante Roy Batty deslizaba las sorpresas que nos depararía el remoto año 2019. El futuro. «Yo he visto cosas que vosotros no creeríais», advertía en un susurro de leyenda, su mirada zafiro licuada por el torrente de agua, bruma y apocalipsis de Los Ángeles, la voz prestada de Constantino Romero apagándosele en la garganta, víctima precoz de la obsolescencia programada. Ignoraba el androide en su hora de morir cuánto le quedó por descubrir de este 2019 cuya agria realidad nada envidia a la distopía filmada por Ridley Scott en tiempos del Naranjito. No hemos visto atacar naves en llamas más allá de Orión, pero sí a gobernantes que alzan muros o tienden puentes en función de la rentabilidad de cada tragedia humanitaria. Los políticos promulgan leyes que no cumplen, los jueces hacen política. Las banderas fracturan a los pueblos, y si como predijo Einstein el arsenal de la cuarta guerra mundial se reduce a piedras y palos, seguro que del extremo de éstos penden estandartes. Unos se afanan en desenterrar al dictador que ya estaba muerto años antes de que 'Blade Runner' fuera siquiera un bosquejo de guión, otros profanan tumbas donde ya no quedan ni sudarios, macabro ajuste de cuentas con la historia. Las urnas no gritan libertad, sino que se agitan como amenaza; cartas marcadas entre tahúres más atentos a la independencia que a los dependientes en una sociedad que, al margen de lo que ocurra con su maldito 'procés', ha perdido el juicio. Ni rastro de rayos C brillando en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Nuestra actualidad es más mundana. Los médicos visitan en coche patrulla. Los policías ejercen de inspectores de vivienda y los chóferes de la EMT de policías. Vimos a barrenderos limpiar zonas deprimidas con escolta. El transporte público no transporta. Los taxistas votan a la izquierda radical, cazadores y taurinos a la derecha extrema. Ojalá Roy tenga razón y todos estos momentos acaben perdiéndose en el tiempo como lágrimas en la lluvia.

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