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Junqueras, visto para sentencia

ROSA RODRÍGUEZ

Martes, 19 de febrero 2019, 07:52

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Durante unos segundos se paró en seco el teclear de los 600 periodistas redactando el minuto a minuto del juicio en el Supremo para escuchar a Manuel Marchena: «Su identidad es sobradamente conocida no le voy a preguntar cómo se llama». Este día «aparecerá en los libros de historia», sancionaba en la calle una comitiva soberanista liderada por Pere Aragonès: «Francesc Macià, Lluís Companys, Josep Irla, Josep Tarradellas… Y hoy Oriol Junqueras». Por primera vez, desde que ingresó en prisión provisional el 2 de noviembre de 2017, hablaba públicamente y en streaming: «Estoy convencido de que se me acusa por mis ideas y no por mis hechos y, por lo tanto, entendiendo que estoy en un juicio político, que soy un representante electo y me debo a mis votantes, no contestaré a las preguntas de las acusaciones». Recogió su abogado leyéndole el paso pactado para que rematara la obertura del aria: «Me considero un preso político». A partir de ahí desplegó la pancarta de la retórica, renunciando a la oportunidad de defenderse para interpretar la partitura electoral sentado en el banquillo de los acusados. Citó a Dante para exhibir que es un culto historiador, refinado en el Liceo Italiano de Barcelona, que llegó a la política «nel mezzo del cammin di nostra vitta». La soberbia es, por cierto, el número uno de los siete pecados capitales que se expían en el purgatorio de la Divina Comedia. Pero no hubo ulteriores menciones a Alighieri. Su alegato acogió el tono del profesor universitario dictando una clase magistral -al tribunal- al reivindicar el 1 de octubre: «Votar no es un delito, en cambio impedirlo por la fuerza sí». Sobre el 20 de septiembre, en los registros cuyas imágenes no es preciso recordar, según el exvicepresidente catalán se produjo un cerco «pacífico» a su conselleria de Economía con cánticos religiosos como el 'Virolai', dedicado a la Virgen de Montserrat, «estrella de Oriente de los españoles». La ironía del «vaya, ahora que íbamos lanzados» cuando se comunicó el receso o «si pongo demasiada pasión es porque llevo más de un año sin que me dejen hablar y tengo ganas de expresarme» funcionan para el monólogo pero no para rebajar la petición de 25 años de cárcel por rebelión -violencia sí, violencia no, he ahí la cuestión- y malversación que solicita el Ministerio Fiscal que insistió en las cuestiones previas en que «nadie es perseguido aquí por sus ideas, sino por sus acciones».

Joaquim Forn no solo contestó a su letrado sino también a Fiscalía y abogacía del Estado. Reconoció que el referéndum fue «ilegal»: «Los Mossos nunca recibieron órdenes políticas». Hoy se reanudan los interrogatorios. Las divergencias estratégicas continuarán aflorando. Quien fue conseller de Interior es candidato del PDeCAT a la alcaldía de Barcelona. El todavía diputado de ERC en el Parlament es cabeza de lista para las europeas. A largo plazo, Junqueras mira a Estrasburgo. A corto, él mismo ha dejado su caso visto para sentencia.

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