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El jarabe omnipresente

Arsénico por diversión ·

Este caso ha llamado mucho la atención pero ni es el primero ni el más grave

María José Pou

Valencia

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Miércoles, 25 de abril 2018, 10:47

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La conversación a las puertas de cualquier colegio giraba ayer en torno a un bien esencial en la infancia: el Dalsy. ¿Tienes? ¿Te queda? ¿Te ha dicho el farmacéutico cómo sustituirlo? ¿Seguro que es lo mismo? Más de uno andaba loco y preocupado por las noticias sobre el antipirético. En ese caso la falta de jarabe en las farmacias se debía a un problema con el prospecto que tendrá solución en breve. Sus consecuencias son muy limitadas en la medida en que existen otros medicamentos alternativos que hacen su mismo papel, pero entiendo la ansiedad de algunos padres ante la posibilidad de no contar con una medicina de uso frecuente para los niños.

Este caso ha llamado mucho la atención precisamente por su inevitable presencia en los botiquines de casi todas las familias, pero ni es el primero ni el más grave. A los adultos mayores les ocurre con más frecuencia -dada la necesidad que suelen tener de medicamentos para patologías crónicas- y sin embargo, apenas lo sabemos, no sale en las noticias o no nos hacemos eco de algo así. Hace unos días, sin ir más lejos, mi farmacéutica me explicó los problemas de desabastecimiento de un medicamento que no tenía sustituto. Era importante porque lo necesitaban los enfermos de páncreas, sin el que no podían digerir bien los alimentos. Había llamado a otras farmacias, a otras localidades cercanas y por fin a otras provincias pero la respuesta siempre era la misma: no hay en toda España.

No era la primera vez que asistía a una escena parecida, aunque nunca de esa dimensión, y no pude evitar solidarizarme con quienes necesitan esa pastilla sin que se les pueda ofrecer otra similar. Resulta angustioso para quien la requiere pero también para los profesionales de farmacia que no pueden dar una respuesta satisfactoria a quienes les demandan una solución. Esas personas no van a las puertas de los laboratorios para pedir su pastilla sino que se dirigen a la farmacia del barrio y, lógicamente, no aceptan un no por respuesta. No es fácil cuando su vida diaria depende de ello.

La ausencia del jarabe infantil en las estanterías durante estos días estaba relacionada con un problema puntual pero en otros casos la falta de un medicamento se origina sin que quede aclarado el porqué. Lo pregunto cada vez que me lo comentan en la farmacia, porque me da la sensación de que esto no ocurría antes, al menos con tanta frecuencia. Quizás sea solo una percepción sin fundamento, con esa tendencia a creer que «esto, en mis tiempos, no pasaba» que se va acentuando con la edad. Sin embargo, no termino de entender cuál es el problema de fondo, si tiene que ver con la fabricación, la distribución o el control de precios. En cualquier caso, se trata de una realidad que puede afectar de forma notable a la vida de colectivos vulnerables, nuestros mayores o enfermos crónicos, y que va mucho más allá de la falta del jarabe emblemático de nuestra infancia.

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