Borrar
Miguel Bruna
Vox y la indignación circular

Vox y la indignación circular

JAVIER SÁNCHEZ HERRADOR

Martes, 15 de enero 2019, 11:16

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

A quién se refería Josep Oliu, el presidente del Banco Sabadell, cuando hablaba de la necesidad de crear un Podemos de derechas? ¿Era a Ciudadanos o a Vox? Teniendo en cuenta las características del personaje parece claro que aludía más a lo que significa el partido naranja que al fenómeno político de la formación de Santiago Abascal. El poder económico, con un PP al que se veía ya en retroceso, apostaba por una fuerza que desde dentro del sistema regenerara la vida pública y limpiara los vicios del bipartidismo. En ese aspecto Ciudadanos podía hacer en la derecha la función de reconversión política y canalización de la indignación que Podemos hacía en la izquierda, aunque pronto se demostrara que este estaba en buena medida fuera del consenso constitucional mientras que Rivera presidía una formación que desde su interior pretendía dar solución a la decadencia institucional y a la crisis económica. El espejismo de un Partido Popular en el poder impedía la completa reconfiguración del mapa político, pero no era difícil aventurar que, cuando Rajoy y los suyos se desgastaran en la acción de Gobierno, los espacios políticos acabarían definiéndose. Sobre todo cuando el Partido Popular dejaba un campo de juego a su derecha por su desgana en aplicar puntos de su programa electoral y su tibieza y tardanza en la respuesta al golpe separatista en Cataluña. EL último Gobierno de Rajoy, entregando miserablemente el poder a la coalición Frankenstein y yéndose por la puerta de atrás, era la condición indispensable para el surgimiento de Vox.

La indignación que podía ser canalizada en un extremo del espacio político por Podemos encuentra en el otro lado un nuevo actor como Vox porque Ciudadanos pronto se configuraba como una fuerza reformadora del sistema pero no rupturista. Seguramente Josep Oliu no se había dado cuenta en ese momento, como muchos otros, de la verdadera naturaleza de Podemos, pues si lo hubiera hecho seguramente no habría deseado un gemelo en la derecha. Vox no es Podemos pero si es la derecha indignada que desprecia el discurso políticamente correcto, los excesos de ciertas medidas supuestamente progresistas y ese acuerdo político no escrito según el cual cuando la derecha llega al poder no toca apenas nada en materia ideológica a cambio de que la izquierda cuando gobierna no haga mucho en asuntos económicos. De esas dos claudicaciones y de esas dos frustraciones surgen en buena medida Podemos y Vox, nacimientos que necesitan para su alumbramiento de una brutal recesión económica o de una crisis territorial gravísima como es el intento de secesión de los independentistas catalanes. Luego puede haber un soporte ideológico del chavismo venezolano en Podemos y de la 'alt-right', la derecha alternativa de Steve Bannon, en Vox, pero sin esas causas autóctonas, sobre todo en el caso de la formación de Santiago Abascal, ninguno de los dos partidos habrían aparecido.

Con Vox el mapa político se ha completado y la indignación ha dado la vuelta al círculo. Cinco partidos de los cuales tres, PSOE, Ciudadanos y PP, se situarían en el consenso constitucional y dos populismos de derecha e izquierda que aspirarían a un cambio profundo del sistema. Ese nuevo mapa político podría generar algunos efectos interesantes. De un lado no es descartable que surjan dentro de algún tiempo grandes coaliciones en el centro del espacio político frente al auge de los extremos, pero en un primer momento es más normal los acuerdos más o menos vergonzantes o más o menos interesados entre las formaciones próximas a dichos extremos. El PSOE ya lo hizo con Podemos, añadiendo la connivencia de separatistas y nacionalistas, y probablemente el PP buscará inicialmente el apoyo de Vox. Lo que ocurra dependerá de la fuerza y evolución de esos extremos. Quedaría así Ciudadanos en el difícil equilibrio del centro político.

La pretensión de Pedro Sánchez de desplazar a Ciudadanos de esa posición central, al menos mientras él siga manteniendo su acuerdo con los separatistas catalanes, se antoja ilusoria. Criticar los acuerdos de las "derechas" mientras se mantiene el pacto con la extrema izquierda y los independentistas carece de credibilidad. EL PP es el que más se juega con esta nueva indignación surgida de sus errores ideológicos y estratégicos. Pierde por el centro liberal y va a ser sometido a una presión inmisericorde por Vox. ¿Le quedará espacio político para sobrevivir? Quizás sí, pero en el corto plazo posiblemente será residual.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios