Imitadores

Resulta extraña la fascinación de buena parte de la progresía internacional hacia la figura de Kennedy. El presidente asesinado en Dallas es uno de sus máximos referentes incluso en nuestros tiempos. Y desde luego se me antoja desesperante la pertinaz manía por imitarle. Siempre andamos quejosos respecto a la imperial bota de los USA que nos aplasta pero luego les replicamos a lo cutre, ya sea en galardones cinematográficos o en artificiales posados para seducir al despistado elector. La diferencia entre J.F.K y nuestro Pedro Sánchez es que el primero, y esto se le reconoce, irradiaba formidable carisma natural, mientras que el segundo luce el aire postizo como el del muñeco Ken (¿o es Kent?), el novio castradillo de Barbie. Y si el modelo es J.F.K. estamos apañados... Si nos fijamos en su labor política, esta arrastra más sombras que luces (escalada militar en Vietnam, desastre de bahía Cochinos...), pero si desde luego observamos su comportamiento personal, este deja mucho que desear. Cuerneaba a su delicada mujer Jackie sin ningún reparo. Igual era por su estampa de galán de Hollywood, pero sus registros son parejos a los de estrellas depredadoras como Errol Flynn. En el colmo de sus correrías húmedas compartió durante varios meses novia, la bellísima Judith Campbell, con el feroz capo de la mafia Sam Giancana. El colmo. La repera. Sin embargo su memoria continúa proyectando virginal perfección, de ahí que cualquier líder de bagaje angosto obedezca al asesor espabilado de turno para montárselo de imitador de cuarta. Sin duda Kennedy sigue dominando ese espectro de progres porque era guapo y cierta progresía rancia se alimenta de la imagen mágica. Al Che, reputado asesino, también se le venera por su descomunal fotogenia. Espero que Sánchez no se encasquete la boina. Eso mejor para Pablo.