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Domingo, 21 de enero 2018, 09:29
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Seguro que es casualidad y que no tiene nada que ver pero el caso es que desde que en el Reino Unido se aprobó el 'Brexit' -un éxito inesperado en el referéndum convocado por Cameron atribuido a la campaña de los nacionalistas ingleses y antieuropeos nostálgicos de las glorias del imperio-, se han estrenado varias películas sobre el destacado papel que los habitantes y los dirigentes de las islas representaron en la II guerra mundial: 'Dunkerke', 'Churchill' y 'El instante más oscuro'. Especialmente curiosa es la primera, no tanto por sus virtudes cinematográficas como por el hecho de acabar presentando como una gesta heroica lo que fue una huida ante el enemigo alemán, muy meritoria eso sí, mientras las otras dos se centran en uno de los personajes más poliédricos y fascinantes del siglo XX, el padre del desastre bélico de Galípoli en la I guerra y el hombre que sostuvo a su país cuando en toda Europa ya nadie se atrevía a toser ante el abrumador dominio nazi. Los ingleses saben hacerlo, se venden a la perfección, obvian los pasajes oscuros y escabrosos de su historia y glorifican hasta el límite a sus militares y a sus hombres de Estado, incluyendo no sé si en la primera o en la segunda categoría a algún que otro pirata. Algo parecido ocurre con los franceses, cuya 'grandeur' se ha mantenido a salvo guardando en el desván para que nadie lo vea su bochornoso papel en la última contienda mundial, cuando su Ejército fue aplastado por la Wehrmacht en pocas semanas y durante años se estableció un régimen colaboracionista en la mitad del país. ¿Y en España? Pues en España nuestros registros son diferentes. El nacionalismo español no es plato de gusto para nuestros cineastas, con algunas honrosas excepciones como '1898. Los últimos de Filipinas'. Nos cuenta poner el tono épico que tan bien saben aplicar ingleses y americanos, y cuando lo hacemos suena impostado, poco creíble, como en la adaptación a la gran pantalla de las novelas de 'El capitán Alatriste'. Lo nuestro, claramente, es el humor, la vis cómica. Ahora se anuncia una nueva serie sobre policías españoles, 'Cuerpo de élite', con un valenciano, un catalán, un vasco, un andaluz y un madrileño en plan Mortadelo, Filemón y el superintendente Vicente de la TÍA. Lo impensable en otras latitudes es perfectamente posible aquí. Y aunque a veces se pueda envidiar la capacidad de ennoblecer lo propio de otras nacionalidades, al final hay que reconocer que el recurso al humor, nuestra capacidad de reírnos de nosotros mismos, es al mismo tiempo una de nuestras mayores virtudes. Es el humor el que en los peores momentos de la crisis catalana, cuando la España en la que habíamos nacido y crecido parecía venirse abajo, nos dio unos minutos de alivio. Y es el humor el que a través de una ocurrencia genial, Tabarnia, ha desenmascarado a los independentistas y sus falaces argumentos. Ahora, si ellos pretenden investir vía telemática a Puigdemont, nosotros podemos acogernos al president Boadella. Afortunadamente, siempre nos quedará el humor.
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