Borrar
Urgente La borrasca Nelson trae lluvias generalizas a Valencia este fin de semana

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Somos humanos», pronunció el comandante de la Guardia Civil al borde del llanto mientras narraba los detalles acerca del asesinato del pequeño Gabriel. Sí, son humanos, pero esta evidencia que sin duda percibía buena parte de la población ha debido de fastidiar a los politiquillos radicales que gozan cuando los manifestantes apalean a un uniformado porque, en su endeble pensamiento, cualquier persona vinculada a las fuerzas de seguridad o a la milicia alberga un violento torturador dedicado a castigar a los inocentes.

Imagino que, tras el suceso que nos ha conmocionado a todos, se derriban esos rancios tópicos que presentaban a picoletos y pasmas como seres infectos sin rastro de humanidad que disfrutaban ejerciendo su poder sin ninguna mesura. Todavía, para algunos, funciona el viejo arquetipo de ese amargado guardia civil de la posguerra armado con su metralleta tipo «naranjero» mientras persigue a las almas cándidas para atemorizarlas por la cara. Olvidan por cierto que, la Guardia Civil, permaneció fiel a la República, pero en fin, qué le vamos a hacer. Cierto es que el símbolo de la represión franquista vino con los agentes de la ley vestidos de verde y de gris, pero desde luego supieron reciclarse con notable rapidez cuando irrumpió la democracia y hoy, salvo los corruptos que por otra parte también se agazapan agusanados en cualquier otro ámbito, ejercen de una forma modélica sus funciones pese al bajo, miserable sueldo, al entorno a veces hostil y al exceso de horas. Predomina la profesionalidad y la preparación. Pocos días bastaron en Valencia para que la Policía Nacional resolviese la movida sangrienta de Maje la enfermera, y lo mismo en Almería con la Guardia Civil y la novia del padre de Gabriel. Máxima eficacia. Y son humanos, no replicantes desalmados de la Tyrell Corporation.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios