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Huertas periurbanas sin hortelanos

Ribó alardea en la ONU de sus planes huertanos mientras se sanciona con máximo rigor a los tractores de los agricultores

Vicente Lladró

Valencia

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Sábado, 2 de marzo 2019, 12:56

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El alcalde Ribó ha ido a Nueva York a explicar sus ideas sobre la soberanía alimentaria y su proyecto de convertir Valencia en Centro Mundial de Alimentación Sostenible, mientras los actores de tales empeños, que son los agricultores de la huerta, sufren una campaña de hostigamiento, con sanciones de circulación a sus tractores y demás vehículos de trabajo agrícola, como ha denunciado AVA.

Al parecer, las ordenanzas municipales restringen el tránsito de dichos vehículos por vías urbanas, lo que en principio tiene lógica: la urbe para lo urbano y el campo para lo rural. Pero ocurre que, en infinidad de casos, en el entorno de la ciudad no hay alternativa para ir de unos campos a otros, de unos retazos de huerta a otros, si no se 'pisan' vías urbanas, incluidas avenidas y rondas con densa circulación. Y es ahí donde es fácil 'cazar' al tractorista y de paso mirar con lupa si lo lleva todo en regla: el recibo del seguro que no se acordó de imprimir, un piloto fundido, la ausencia de un toldo en el remolque...

Lo del toldo es para nota alta. Se pretende que los tractores que transportan las chufas desde el campo hasta el lavadero, a unos cientos de metros de distancia, las lleven tapadas con toldos que cierren perfectamente, por si se cae alguna chufa sobre el asfalto.

Cualquiera puede decir, con toda la razón, que es obligado llevar el vehículo en perfecto orden de revista, pero también sabemos que a la hora de mirar y hacer cumplir cabe comprender las situaciones o aplicar el máximo rigor, diferenciar entre 'pecados' graves o veniales, asumir que las cosas son como son, si no hay un riesgo claro, o ponerse de lo más estrictos.

El principal problema es que el crecimiento desordenado de la trama urbana ha cortado muchos caminos rurales que se ven súbitamente interrumpidos. Para continuar en la dirección deseada, el tractor no tiene más remedio que entrar en una calle o avenida hasta llegar al punto en el que se retoma de nuevo el camino parcialmente desaparecido. El vehículo agrícola sale del campo, lleva tierra o barro que va esparciendo por el asfalto; igual se le ha caído en el trajín de labrar o arrastrar una luz, o se ha golpeado un poco la matrícula, o el agricultor se ha dejado en el coche la cartera con la documentación... ¿Es tan grave para llegar a multar?

Si el alcalde Ribó alardea en la ONU de que «Valencia nació en una huerta» (lo que es históricamente cuestionable, quizá sería más ajustado decir que ha ido creciendo después sobre la huerta, pero cabe aceptarlo por la intención), lo que corresponde es actuar con coherencia y no sablear a los agricultores por nimiedades. Si defiende que «el trabajo de la huerta es fundamental para todo lo que estamos planteando», lo primero que se debe hacer es ordenar que se ayude y se deje trabajar, porque si no hará pensar que habla más que nada de una huerta periurbana, virtual y sobre el papel, como especial decoración urbanita, pero sin hortelanos de verdad.

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