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I. Marsilla
LA HORA DE LA PRUDENCIA

LA HORA DE LA PRUDENCIA

ANÁLISIS DEL DIRECTOR ·

A los ciudadanos nos toca volver a ser responsables. Esperemos que los políticos hayan hecho los deberes para afrontar la cara más cruda de la segunda ola

Jesús Trelis

Valencia

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Domingo, 25 de octubre 2020, 00:09

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Los datos oficiales son, desgraciadamente, muy claros: 65.000 contagiados en la Comunitat desde que comenzó la pandemia. Sólo en las últimas 24 horas, 1.690. De la mano de ello, los ingresos en hospitales multiplicándose (808 pacientes) y la presión en las UCI acelerándose (125). Como punta del iceberg, casi dos mil valencianos fallecidos desde que el virus se coló en nuestras vidas (aunque todos sabemos que desgraciadamente son más, muchos más).

Todos ellos, todos los que nos dejaron, son víctimas con rostro, con nombre propio, con una historia y familia detrás que queda difuminada tras el velo del anonimato y la invisibilidad que supone formar parte de la multitud. Vecinos nuestros a los que, con esa estremecedora realidad que es el olvido, acabamos convirtiendo en nada. En parte de un número que, tras ocho meses conviviendo con la pandemia, ya no nos afecta ni estremece. El goteo de muertes ha sido tan constante que nos ha llegado a parecer normal. Como si nos hubiésemos vacunado contra su dureza y, como consecuencia de ello, hubiésemos perdido el respeto al enemigo, al virus. Por eso es tan necesario que volvamos a poner el freno a la normalidad. Que desempolvemos de nuevo el miedo. Es necesario que los ciudadanos asumamos nuestra responsabilidad y tomemos otra vez conciencia de lo que está pasando a nuestro alrededor. Que es, ni más ni menos, que el virus ha vuelto a enseñar sus fauces. Y lo hace, posiblemente, por nuestra culpa, por relajarnos, por perderle el respeto. Pero también porque ellos, los que deberían gestionar la batalla contra él, se han dedicado estas fechas cruciales, las semanas en las que la primera curva había sido doblegada, a sacar las navajas para emprender incomprensibles y vergonzosas reyertas políticas. Disputas barriobajeras que dejaban de lado los intereses de sus ciudadanos, su salud y su devenir económico.

Sabíamos que el virus nos iba a poner a prueba este otoño; intuíamos que con el frío se iba a recrudecer, y teníamos la sensación de que, si en verano no nos dejó del todo nunca -aún reptaba a nuestro alrededor, silencioso-, su virulencia en el invierno podría ser estremecedora con el letal cóctel de otras enfermedades propias de la época. Continuamos teniendo esa sensación y seguimos sumidos ante las dudas y la incertidumbre de lo que pueda venir. Y, lo que es peor, ante la incógnita de si nuestros gobiernos han hecho los deberes. Si han aprovechado la tregua para rearmarse ante él: preparando los hospitales y los centros de salud, fortaleciendo las plantillas de médicos y garantizando el abastecimiento de material para sanitarios y ciudadanos sin recursos, solucionando las deficiencias de personal de las fuerzas de seguridad, incrementando las frecuencias de transporte público para evitar que en las horas punta se puedan producir colapsos de viajeros y activando ayudas a los sectores económicos más afectados por las medidas que se adopten, como el toque de queda.

Sí, tenemos dudas, muy serias, de que ellos -Gobierno de España, Generalitat y ayuntamientos- hayan cumplido sus deberes. Ojalá que sí. Pronto lo veremos. De momento, a nosotros nos toca, sí o sí, ser responsables y cumplir a rajatabla con las restricciones que nos impongan. Ser prudentes. Y a ellos, demostrar que están preparados para evitar que la pesadilla de la primera ola se vuelve a repetir. Lo contrario sería imperdonable.

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