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A ti, hermana, no te creyeron

A ti, hermana, no te creyeron

BELVEDERE ·

La doctrina feminista, la que en caso de abuso cree a la mujer, no funcionó con Teresa, la víctima del entonces marido de Oltra

Pablo Salazar

Valencia

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Domingo, 28 de marzo 2021, 09:27

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Entre los años 2016 y 2017, Luis Eduardo Ramírez Icardi, educador y marido entonces de la vicepresidenta del Consell y líder de Compromís, Mónica Oltra, entró algunas noches en la habitación donde dormía Teresa T. M., una niña de catorce años ingresada en el centro de acogida Niño Jesús, en la calle San Clemente de Valencia, dependiente de la Generalitat. Estaba separada del resto de menores por su mal comportamiento, según se puede leer en la sentencia de la Audiencia provincial. En esas 'visitas', Ramírez masajeaba a Teresa, que al estar sola tenía problemas para conciliar el sueño, y cuando creía que ya estaba dormida le agarraba la mano y se masturbaba. Ella fingía no enterarse «ante la vergüenza que le producía dicha situación», señala el fallo judicial. Por segunda vez -la primera fue anulada por el Tribunal Superior de Justicia- la Audiencia ha condenado al ahora exmarido a cinco años de prisión.

Hasta aquí el relato sucinto de los hechos (omito detalles aún más escabrosos) y su consecuencia penal. Pero hay más. Cuando finalmente Teresa se decidió a contar lo sucedido, ni en el centro de menores ni en la conselleria responsable del mismo le hicieron mucho caso. «Cuando contaba lo que me hacía nadie me creía», afirmó en la entrevista publicada el pasado viernes en este periódico. No sólo es que no saltaran las alarmas sino que lo que ocurrió es que se investigó a Teresa, su comportamiento, la credibilidad de sus declaraciones. La sentencia de la Audiencia es muy crítica con la actitud de la conselleria a cuyo frente estaba -¡oh, casualidad!- la mujer del abusador sexual, la que hoy se presenta con desparpajo y chulería retadora como víctima. Y yo que creía que la víctima era la niña de la que abusaba su esposo. Apunta la Audiencia que tanto la dirección del centro como el departamento de Mónica Oltra habían clasificado a la niña como «problemática, mentirosa e incluso violenta», por lo que no sólo no creyeron su versión sino que convirtieron en una consigna el relato del educador creíble y la menor fantasiosa. Hasta el punto de que en el primer juicio la policía la llevó esposada a la sala donde se celebraba la vista, ¡siendo como era la víctima!, lo que provocó la inmediata reacción de la juez para que le quitaran los grilletes al contemplar el inenarrable espectáculo. La tan feminista Oltra que ahora aboga por los derechos de los transexuales y afirma que el feminismo clásico «entronca con la ultraderecha» no creyó a la niña sino al varón presuntamente abusador entonces y hoy condenado por segunda vez. ¿Se imaginan lo que estaría diciendo ella si el caso se hubiera producido con un Consell del PP? ¿A cuántas manifestaciones ante la casa de la consellera hubiera asistido con una camiseta en la que pondría 'Se busca. Cómplice de abusos sexuales a una menor'?

Desgraciadamente para Teresa T. M., el movimiento de solidaridad que bajo el eslogan «Hermana yo sí te creo» se generó a raíz de la sentencia de 'la manada' no ha llegado a su caso. Ni las organizaciones feministas, ni los sindicatos, ni las asociaciones de todo tipo, ni mucho menos la ministra de Igualdad -tan atenta (como su marido) a la tele y al show de Rocío Carrasco- han tenido nada que decir en todos estos años de investigación y posterior juicio. Ni siquiera cuando ya hay condena. Antes al contrario, la vicepresidenta -lo sigue siendo a pesar del escándalo- Mónica Oltra fue cariñosamente ovacionada esta semana por los diputados de su grupo y de los otros dos partidos del tripartito gobernante, que demuestran actuar bajo el principio de «si ella lo ha hecho, bien hecho está porque es una de las nuestras». Así que a Teresa no la creyó nadie, ni siquiera aquellos que por su función y posición estaban casi en la obligación de hacerlo sin por ello poner en peligro la presunción de inocencia que asiste a todo ciudadano. Ante cualquier caso de abuso sexual, la nueva doctrina es creer a la mujer y culpar al hombre, sin esperar a la resolución judicial. Pero en este ocasión se invirtieron los papeles, la víctima pasó a ser culpable y el culpable, víctima. ¿Un error? Podría ser, al fin y al cabo lo tiene cualquiera como bien reza la sabiduría popular. Pero cuando resulta que el abusador era el marido de la consellera y la consellera que tenía que proteger a la menor acabó protegiendo al delincuente no se puede más que sentir una tristeza infinita y una desolación descorazonadora ante semejante indignidad. Lo siento, Teresa, pero a ti no te creyeron, seguramente porque no eres una de las suyas, no eres su hermana.

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