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No habrá guerra

Trump ha incluido a Huawei en una discutida lista negra de compañías que serían agentes del Gobierno chino

ENRIQUE VÁZQUEZ

Jueves, 23 de mayo 2019, 08:58

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Aunque sin las galaxias prometidas por la literatura, se insinúa un conflicto entre las superpotencias. Pero no será la guerra política librada durante décadas entre liberalismo y comunismo, como cuando el presidente Kennedy cercó a la Cuba castrista en octubre de 1962 en la 'crisis de los misiles'. Hoy, como un reconocimiento al nuevo y adorable 'statu quo' político y comercial vigente tras el fin de la guerra fría, la batalla es económica, comercial y técnica.

El Gobierno Trump ha decidido incluir al gigante tecnológico chino Huawei en una discutida lista negra de compañías que serían de hecho agentes del Gobierno de Pekín. Una verdad internacionalmente asumida en el curioso marco social e institucional vigente en China y por el que un Gobierno comunista protege a gigantes tecnológicos privados con tal de que se acomoden a las necesidades político-estratégicas del régimen, formalmente comunista y, en realidad, tecnocrático y sólo preocupado por mantener e incrementar la fortaleza del Estado y su dimensión de superpotencia atómica y miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.

No es fácil imaginar qué le parecería todo esto al fundador del régimen, Mao-Tse-tung, muerto en Pekín hace casi 44 años. La China de hoy es su obra en cierto modo; pero también, y fundamentalmente, la de un tal Deng Xiaoping, muerto ya nonagenario hace 22 años y que dejó el nuevo rumbo pragmático y modernizador en manos de sucesores seguros, como Jiang Zemin, Hu Jintao y el hoy presidente Xi Jimping. Tal rumbo se ha mantenido, e incluso reforzado, y la sociedad parece entregada a las ventajas materiales del éxito económico y complacida con el tono consumista que ha arraigado en el país.

Técnicamente, Huawei es una empresa privada que, como todas, acepta el control del Gobierno sobre sus planes y, desde luego, sobre sus capacidades técnicas, invariablemente puestas en primer lugar al servicio de las necesidades del régimen, empezando por su dimensión militar. En este registro, el de las ventajas y las posibilidades ofrecidas por las grandes compañías tecnológicas, es donde conviene situar la decisión de Google de anunciar que vetará en adelante a la compañía china, pero se sitúa en el plazo de tres meses adicionales para negociar una salida pactada que el presidente Trump, bien asesorado, anunció el martes.

Este reflejo recuerda, en cierto modo, a crisis anteriores de otra naturaleza pero insertadas en un contexto diferente. Como diría el inolvidable Edgar Snow (aún se lee con mucho provecho su clásico libro 'La China Contemporánea', de 1961) parece seguro que «China no es un país atrasado». No cuesta trabajo suponer su aprobación de la conducta de Pekín si pudiera juzgarla hoy, más de 40 años después de su muerte.

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