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Gritos y susurros

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No hay candidatos: los señores de Madrid han de decidir y primero quieren ver cómo quedan las elecciones de Andalucía

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Jueves, 29 de noviembre 2018, 09:48

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Que no, que no. Que no se pide que la oposición grite. Desgañitarse, dar voces, dar la réplica de forma estridente, es todo lo contrario a vencer al contrincante con argumentos. Los decibelios no son tan decisivos como los datos, las actitudes, los hechos... la palabra.

Usaré un ejemplo. El pasado jueves, la delegación del ayuntamiento de Maguncia que viajó a Valencia dedicó una visita fugaz al Museo de la Imprenta del monasterio del Puig. Fue una media hora, de escaso peso específico, que no supo aprovechar ni el gobierno ni la oposición. Porque el Museo de la Imprenta está abandonadito de la Generalitat, justito de presupuesto, tiene unas posibilidades impresionantes pero es víctima de esa desgana oficial que oye hablar de letra impresa y se tira para atrás enseguida. La oposición podría haber resucitado el proyecto de ampliar el Museo en el palacio de Vallvert, en la calle del Mar, que no se cae a plomo por puro milagro. Pero no, la oposición valenciana, de guante blanco e ideas escasas, está ocupada en otras cosas y es obvio que no tiene tiempo para enviar dos folios en los periódicos: ¿escribir?

Junto a ese humilde museo abandonado podríamos poner sesenta casos más en los que la oposición se muestra ausente: desde algo tan elemental como la invasión diaria de mosquitos hasta la financiación, hay una gama de problemas reales que nadie atiende. Los alcorques son selvas y las licencias de obras se miden por lustros; las subvenciones no se pagan, faltan inspecciones y se eterniza cualquier trámite; las lista de espera desespera y los padres ya no saben a qué atenerse en materia educativa.

Y ahí está la oposición, me parece, esperando la mano de nieve que diga «levántate y anda». Están ausentes, en otra cosa. ¿Quién vendrá, a quién pondrán? No hay vicio informativo que odie más que cuando dicen «Génova» o «Ferraz» para figurar la dirección central del Partido Popular o del Socialista. ¿A santo de qué ese disimulo que oculta la realidad palpable de que es Madrid, el aparato centralizado de todos los partidos, el que va a decidir los nombres de los candidatos a las ya cercanas elecciones?

En el centro derecha hay un problema, ciertamente. Hay una oposición que se desgañita y otra que no sabe hacerse oír. Y todos, mientras tanto, esperando que se cumpla ese eufemismo, «primarias», que oculta el timo de la estampita.

Se espera a ver qué pasa el domingo en Andalucía. Porque según si a cada partido le va mal, o bien, pondrán a uno o a otro. Están viendo a ver qué pasa, atentos a quién se lleva el guantazo. Por eso les da flato que coincidan todas las elecciones. Porque ahora mismo lo que están calculando es el sueldo y las dietas de Estrasburgo y Bruselas, de la Carrera de San Jerónimo, de la plaza de San Lorenzo o de la plaza del Ayuntamiento. Lo que se suele llamar ideología y estrategia ¿comprenden?

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