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El gerente

Cuarto menguante ·

Cómo habrá quedado de harto Rajoy con la política para sorprender a todo el mundo con tan rápido cambio de tarea

VICENTE LLADRÓ

Sábado, 23 de junio 2018, 09:04

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Mariano Rajoy ha sorprendido a todo el mundo con un rapidísimo cambio de ritmo. Quien era presidente del Gobierno hasta el otro día, en pocas jornadas parece haberse olvidado de todo y se ha presentado en su nuevo trabajo de registrador de la propiedad, que era la profesión que ya ejercía desde antes de dedicarse a las tareas políticas.

Ha sorprendido porque no es habitual, no porque sea raro. Es más, es lo que sucede de modo cotidiano entre el común de los mortales. Hoy estás en esto, mañana en lo otro, se acaba aquello, empiezas lo de más allá, se atiende lo pendiente, se abre un paréntesis obligado, se cierra una etapa y empieza otra... Pero, claro, no es lo más frecuente. El respetable público hubiera aceptado que don Mariano, una vez desplazado de la Moncloa, se hubiera tomado un mes de descanso, por ejemplo, o quizás dos, o que hubiera dicho: pues ahora voy a aprovechar para estar más con mi familia y mis amigos (que por supuesto lo estará), me voy a tomar un tiempo para pensar las cosas, poner en orden asuntos aplazados, me dedicaré más a aficiones aparcadas... Y por supuesto hubiera quedado estupendo anunciando un libro de memorias, que se lo iban a pagar muy bien, que acudiera a unas tertulias de nivel, que se preparara para hacer giras dando conferencias mejor remuneradas.

Porque los ex presidentes se dedican a dar conferencias, a escribir libros, a sentar cátedra, a impartir doctrina..., incluso a aparecer como consejero de alguna compañía de cierto relumbrón.

Pero no, el señor Rajoy no se ha tomado ningún mes sabático ni ha hecho nada más extraordinario que ponerse a trabajar en el Registro de la Propiedad de Santa Pola, que es el que le pertenece por oposición, pasear por la playa, hablar con la gente que le saluda, ir sin escoltas... Y no hacer ninguna declaración sonada, como algunos podrían esperar.

Pura normalidad. Y eso es lo que sorprende, la normalidad absoluta, porque no viene siendo habitual. Se podría ver como algo meritorio, o quizás no, porque seguramente no hay en esto ningún esfuerzo; posiblemente fuera más meritorio hacer algo contrario a lo que uno desea de verdad; tal vez Mariano Rajoy es precisamente de ese estilo.

Hace tiempo lo definió alguien como 'el gerente', en el sentido de que es una persona que está en la tarea que le toca con el compromiso de hacerlo con toda la dedicación y el mayor conocimiento posible, y que ése es en realidad el estilo que predomina en muchos países europeos, donde los gobernantes no son personas con carisma, como aquí se prefiere a veces, sino con dotes para la 'gerencia', para gestionar políticamente lo que corresponde. Y ahora, don Mariano, que debe haber quedado más que harto con los avatares políticos, ha dejado de ser gerente del Gobierno y ha pasado a la ocupación que tenía aparcada. Normalidad absoluta, aunque extrañe a algunos.

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