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'Genius loci': identidad y memoria de la plaza del Ayuntamiento

'Genius loci': identidad y memoria de la plaza del Ayuntamiento

JAVIER DOMÍNGUEZ RODRIGO ARQUITECTO

Domingo, 27 de octubre 2019, 11:53

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La plaza del Ayuntamiento es hoy un heterodoxo conjunto, refinado, retórico y grandilocuente, representación magistral de la arquitectura valenciana del siglo XX: Borso, Mora, Goerlich, Carbonell, Rieta... Y el 'genio del lugar' de la misma, su espíritu guardián permanece en ese gran teatro exuberante e identitario en que la metrópoli, a través de los tiempos, se reconoce a sí misma.

Tanto la plaza como la actual Casa Consistorial son el resultado de un dilatado proceso edificatorio, cuyas huellas en la trama todavía perduran como singular testimonio de la crónica biográfica de la capital del Turia.

Muchos son los episodios que jalonan el devenir de ese espacio soberbio, auténtico centro neurálgico, foro cívico y escaparate de la actividad social, económica y política de una urbe plural, abierta y cosmopolita. Porque la remodelación de la plaza conlleva mucho más que modificar su modelo de movilidad priorizando su peatonalización, como se ha anunciado, sin esperar a disponer de los resultados del plan de participación pública implementado para conocer la opinión de los colectivos implicados.

Una de las premisas irrenunciables para cualquier reforma que se plantee, es la recuperación y puesta en valor de la memoria histórica del sitio, cuyo origen se encuentra en los vientos anticlericales que auspiciaron las leyes desamortizadoras. Con ellas monasterios y abadías confiscados a las órdenes religiosas se destinan a usos militares e institucionales. Tal es el caso de la Real Casa de Enseñanza del Arzobispo Mayoral, en la que se instalan las oficinas municipales. Y del convento de Santo Domingo habilitado como Capitanía General.

Aunque el principal legado de la exclaustración es la demolición del convento de San Francisco sobre cuyas ruinas se erige la actual plaza-explanada. La complejidad política del XIX con alternancias pendulares en el poder, marcadas por anacrónicas involuciones y estallidos revolucionarios, explican el contradictorio y difícil periplo de la conformación morfológica del enclave.

Poco queda del primitivo cenobio levantado por los monjes a raíz de la donación real de terrenos firmada por Jaime I el 11 de enero de 1239, tras la capitulación de la Balansinya taifal y recogida en el 'Llibre del Repartiment'. La cartografía (Mancelli...) y, especialmente, el plano de Tosca conserva el recuerdo gráfico en el que se aprecia con claridad la nave gótica enmarcada por potentes contrafuertes y coronada por una torre campanario de traza cuadrada.

El subsuelo es hoy un predecible contenedor arqueológico en el que se acumulan fragmentos de las estructuras y cimentaciones monásticas derruidas. También permanece oculta la acequia de Rovella, que los arquitectos Carlos Carbonell y Francisco Mora desvían en 1910 para alzar las pétreas fábricas de la regia sede de la corporación, presidiendo desde entonces el ágora del 'cap i casal'.

Su marca, ampliamente documentada, constituye una pieza esencial del laberíntico racimo de canales que configuran el sofisticado sistema hidráulico que riega la fértil Vega del Turia inmortalizada por Blasco Ibáñez.

No menos relevante son los escasos restos soterrados de la popular Tortada (1929) de Javier Goerlich, una monumental plataforma de estilo casticista que albergaba un mercado de flores entorno a un barroco patio de planta circular.

Otra parte significativa presente en el imaginario popular está en la primigenia pavimentación con que la capital se engalana con motivo de la celebración de la Exposición Regional de 1909.

La desaparición del adoquinado granítico, de los raíles de fundición de los primeros tranvías de tracción animal e incluso del proyecto de Goerlich se debe, en gran medida, a que a partir de los años sesenta se impone en el diseño urbano la dictadura del automóvil frente al peatón. Desenterrar esos elementos supone restituir y poner en valor singulares y olvidados paisajes históricos de la memoria antropológica del enclave, cuyo pasado evocan poetas y eruditos, y cuyas descripciones permanecen plasmadas en la cartografía antigua de la ciudad, de la que los arquitectos Herrera, Llopis, Martínez, Perdigón y Taberner hacen una excelente recopilación.

Urge analizar y estudiar la dimensión e importancia patrimonial de esa valiosa herencia, para definir con precisión un protocolo didáctico y museológico de recuperación material. En base a él, los arquitectos pueden diseñar un amplio abanico de soluciones, alternativas y propuestas integradoras de los hallazgos.

Convendría acometer una prospección arqueológica, máxime cuando se dispone de eficaces técnicas no destructivas como la del 'georadar', que permiten abordar una campaña de catas con enorme precisión. Constituye una tecnología ampliamente testada con éxito en los principales yacimientos (Numancia...).

Europa entera, consciente del papel educador de las ciudades, atesora en las últimas décadas innumerables remodelaciones, basadas en la idoneidad del espacio público como museo al aire libre de un crisol de culturas.

Y no son solo las grandes metrópolis -París, Estocolmo, Praga, Copenhague...- las que albergan las mejores intervenciones convertidas en lugares de culto. Muchas están en pequeñas villas como Petar Zoranic square en el corazón de la fortaleza amurallada de Zadar en Croacia. Porque decodificar las claves culturales del polisémico magma construido, que yace sepultado bajo la plaza del Ayuntamiento, y devolverlo a la escena debe ser un objetivo irrenunciable en cualquier reforma que se plantee.

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