De gallos y okupas en el Cabanyal
CAP I CASAL ·
La pandemia ha dejado en un segundo plano los problemas de convivencia en el Marítimo, pero los vecinos los siguen sufriendoEstamos confinados en nuestras casas desde hace 50 días aguantando el tipo para ver si de una vez baja la curva del Covid-19, pero los problemas cotidianos siguen ahí, donde han estado siempre. Hablo de los barrios del Marítimo, del Cabanyal en concreto, donde los últimos días se han producido varias noticias descorazonadoras.
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La primera, el decomiso de gallos de pelea en la calle Padre Luis Navarro y otras zonas del barrio. Dirán que es un tema menor, pero sirve como ejemplo representativo de que la mayoría de la sociedad va por un camino y una minoría por otro muy distinto. La recuperación de esta parte de Valencia debe ser también social, además de económica.
La otra noticia, en este caso a finales de la semana pasada, fue un nuevo intento de ocupación ilegal en el barrio, en una casa de la avenida Mediterráneo. «Parece que se está produciendo otra oleada atraídos por un salario social y conseguir incluso una vivienda», decía un vecino en una red social. El malestar acrecienta los rumores y bulos, siempre en dirección contraria a la convivencia. Lo mejor fue la rápida respuesta policial a la denuncia de los residentes, con lo que se logró impedir la ocupación y tapiar el acceso que ya había sido demolido para poder entrar.
La vuelta a la normalidad que se pregona desde hace días será esto también, es decir, la solución a problemas que ahora pasan lógicamente desapercibidos salvo para quienes los sufren. La tragedia que se está viviendo en numerosos países es demasiado terrible para fijarnos ahora en estas cosas, pero este mandato debía ser en teoría el de la recuperación efectiva de los barrios del Cabanyal y el Canyamelar.
Decía el alcalde Joan Ribó recientemente que los retrasos del Plan Edusi están muy por debajo en su lista de preocupaciones. En efecto, pero también digo que tiene equipo más que suficiente para diseñar iniciativas que permitan acelerar al máximo la inversión de 30 millones de euros sin el riesgo de perder las ayudas europeas. Confinamiento no debe ser sinónimo de sofá y televisión, sobre todo cuando se trata de sueldos públicos y los hay en el Ayuntamiento en un número tan llamativo.
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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dijo ayer a los presidentes autonómicos que está dispuesto a repartir 16.000 millones de euros para la recuperación económica del país a través de las inversiones públicas y las ayudas a los sectores más necesitados. Se supone que una parte de ese dinero, aunque sea de manera indirecta, derivará hacia los Ayuntamientos y como escuché decir a un villano en una película hace mucho tiempo, la suerte favorece a la mente preparada.
¿Estamos preparados o cuando llegue el momento de presentar las cuentas a Europa de lo realizado en el Marítimo todavía estaremos sacando gallos de las jaulas? Si algo aprendió todo el mundo en Ruzafa es que la reurbanización de las calles, dejarlas nuevas flamantes, no sirvió más que para encarecer el precio de las viviendas.
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En el Cabanyal se han realizado intentos muy tímidos de promociones públicas, sobre todo las destinadas a viviendas sociales. La parte privada sí que funciona, aunque la fachada marítima es tan grande que parece inabarcable. Falta pues que alguien decida subir en su lista de preocupaciones este asunto para poder decir en 2023 que este ha sido el mandato que ha recuperado el barrio. Todo lo demás que se haga son cacareos.
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