Francisco en Abu Dabi
AGUSTÍN DOMINGO MORATALLA
Domingo, 10 de febrero 2019, 13:52
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AGUSTÍN DOMINGO MORATALLA
Domingo, 10 de febrero 2019, 13:52
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Mientras los grupos políticos preparan sus tropas para la primavera electoral que se avecina, el Papa Francisco ha viajado esta semana a Abu Dabi, capital de Emiratos Árabes Unidos. Preocupada por desvelar semánticamente la figura del relator, el mediador o el intermediario, y sorprendida por el segundo volumen de las Obras Completas de Sánchez que se anuncian como 'Manual de Resistencia', la opinión pública ha pasado de puntillas sobre esta visita donde el pasado 4 de febrero el Papa Fancisco y Ahmad Al-Tayyeb (Gran Imán de Al-zahar) han suscrito un documento que debería analizarse en todas las escuelas del mundo.
Se trata de un texto breve sobre la fraternidad en forma de declaración de dos líderes religiosos con perfiles personales diferentes, de partes del mundo diferentes, con credos diferentes, con formas de vida diferentes y con la fe en un mismo Dios. Invitan a promover una cultura del respeto recíproco. Utilizan la expresión «fraternidad golpeada» para describir el impacto de unas políticas de integrismo, división y enfrentamiento que han generado «tendencias ideológicas odiosas que manipulan las acciones y los destinos de los hombres». En nombre de esta y otras convicciones comunes que comparten, estos dos líderes, que representan a musulmanes y católicos de todos los puntos cardinales, proponen «asumir la cultura del diálogo como camino, la colaboración común como conducta y el conocimiento recíproco como método y criterio».
Piden a los responsables de la política y la economía mundial que no utilicen una política de la doble moral (que llaman de doble medida); intervengan «lo antes posible» para parar el derramamiento de sangre inocente y poner fin a las guerras, a los conflictos, a la degradación ambiental y a la «decadencia cultural y moral que vive el mundo actualmente». No se limitan a describir este horizonte para promover una ciudadanía global, tampoco a describir las causas de esta situación, que ambos sitúan en una conciencia humana anestesiada, el predominio del individualismo o el triunfo de las filosofías materialistas que divinizan al hombre. Constatan «el deterioro de la ética, que condiciona la acción internacional, y un debilitamiento de los valores espirituales y del sentido de la responsabilidad». El documento señala que hay signos de una «tercera guerra mundial a trozos· sobre la que reina «un silencio internacional inaceptable». No se limitan a un diagnóstico. Hacen propuestas para fomentar el diálogo interreligioso y luchar contra el terrorismo. Una de ellas de gran valor para todos los educadores porque promueve una «plena ciudadanía y una renuncia al uso discriminatorio de la palabra minoría». El mal uso del término «minoría» es la semilla de una discriminación que quita derechos. En definitiva, un texto imprescindible, no para la resistencia sino para la esperanza.
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