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MANUEL ALCÁNTARA
Miércoles, 12 de septiembre 2018, 09:42
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No todos podemos creer que Soraya Sáenz de Santamaría, también conocida como «la pequeña coronela», se haya ido para siempre de la vida política española. Simplemente, se ha ausentado del escenario mientras cambian las bambalinas, pero deja al PP una herencia que no quieren aceptar sus legítimos herederos ni tampoco rechazarla. Su despedida ha sido escueta, hasta el punto de confundirse con un «hasta luego», o con un «me voy, me voy, pero me quedo, me voy de palabra, pero no de sentimiento». La derecha española sigue compitiendo con la izquierda en desaciertos de lo que hemos dado en llamar «duopolio mediático», sin saber ciertamente lo que entendemos por eso.
El que sí lo sabe es Quim Torra, que ha convocado el combate de la Diada mientras los CDR amenazan con colapsar Barcelona para lo que ellos llaman «vivir libres con todas las consecuencias». La audacia de Pedro Sánchez sí conoce límites, pero está dispuesto a saltárselos. No supone una pequeña ventaja conocer la frontera cuando se la está saltando, pero ningún plusmarquista puede dejar atrás su sombra por mucho que corra o que salte. El president Quim Torra ha convocado el combate de la Diada, que por fortuna hasta ahora no ha dejado más que heridos. Cuando se curen estarán en excelente disposición para incorporarse a la batalla. La «Flama del Canigó» nos puede quemar a los que estamos más lejos, y el culo ya nos huele a pólvora. Lo que parece claro entre la niebla es que se han fugado más de 11.000 millones del Ibex desde que empezó el Gobierno de Sánchez, y él no es el único culpable.
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