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Urgente Supermercados abiertos este Viernes Santo en Valencia: Horarios especiales

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No le falta razón al fundador de 'SeriesYonkis' que está siendo juzgado en Murcia al derivar parte de su culpa a los usuarios que hacían las descargas sabiendo que era ilegal. Lo cual no resta un ápice para que él sea el primer y principal responsable y tenga que pagar por ello si finalmente es condenado. Porque es evidente que sabía que con su actividad fraudulenta estaba violentando unos derechos de autor y provocando unas enormes pérdidas en las empresas productoras (y que se han estimado en unos 500 millones de euros). Pero su argumento nos puede valer para hacer ver que también existe una responsabilidad compartida de gran parte de la sociedad en muchas de las acciones de las que luego se queja, con razón o sin ella, reclamando soluciones mágicas a las autoridades cuando en muchos casos ya es demasiado tarde. Contra el top manta debería intervenir con mucha mayor eficacia el Ayuntamiento de Valencia (y todos los ayuntamientos donde está detectada la plaga urbana), al que sin embargo le resulta más fácil adoptar el discurso buenista y políticamente correcto de la posible integración de los inmigrantes que venden en la calle (cuando la cuestión es mucho más sencilla: no se puede tolerar una competencia desleal contra los comercios que pagan sus impuestos y que encima se basa en la falsificación de los productos de marcas de lujo). Pero todos sabemos que el top manta se acabaría enseguida si los compradores que cada día pican en el anzuelo de unos precios bajos por artículos que dan el pego vencieran a la tentación consumista. Qué decir de los negocios low cost, donde se paga mucho menos porque lo que se recibe, el servicio, también es de inferior calidad. Una obviedad que no desanima a un público creciente que o bien por necesidad (porque su poder adquisitivo no da para más) o porque cree haber encontrado una mina de oro, acude con cada vez mayor asiduidad a este tipo de establecimientos, cuyo auge lleva aparejada la decadencia de firmas tradicionales. Aceptamos acríticamente decisiones de las empresas o nos sumamos como manadas de borregos a tendencias y modas que inicialmente favorecen nuestros intereses pero que a medio y largo plazo juegan en nuestra contra, porque destruyen empleo o no tributan. El dueño del video club Broadway -el último que quedaba en Valencia y que va a bajar la persiana definitivamente- echa la culpa de su final a la competencia de plataformas como Netflix -«estos al menos son legales»- pero sobre todo a la piratería ilegal, a negocios fraudulentos en la red como el de 'SeriesYonkis'. Seguramente, si preguntásemos a los usuarios de estos sitios web nos dirían que es imposible negarse a algo que es gratis. Aunque nada es gratis y al final acaba saliendo muy caro.

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