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Otra ficción del nacionalismo

EDITORIAL ·

La manipulación del 9 d'Octubre para hacer ver que el fascismo toma la ciudad sólo busca apropiarse de la celebración de los valencianos

Jueves, 11 de octubre 2018, 01:49

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Conocida es la habilidad estratégica de la izquierda nacionalista más beligerante para construir relatos acorde a sus intereses, desvirtuando la realidad todo lo que haga falta y acomodándola sibilinamente al discurso que trata de imponer y para el que cuenta con la colaboración de importantes altavoces mediáticos. Los datos objetivos quedan arrinconados ante una sucesión de argumentos fuertemente ideologizados. Es así como se ha levantado la imponente pero falaz estructura de la superioridad moral de la izquierda sobre una derecha que en el pensamiento políticamente correcto del progresismo dominante es burdamente equiparada con privilegios, tratos de favor, corrupciones varias, patriotismo folclórico, fundamentalismo religioso y conservadurismo decadente. En Valencia asistimos ahora a un nuevo intento de hábil manipulación política a costa de la celebración del 9 d'Octubre, el Día de la Comunitat Valenciana. Una jornada de celebración festiva que desde hace unos años el nacionalismo catalanista intenta desvirtuar con el fin de apropiársela. Y para ello no han dudado en hacer ver que el fascismo, la ultraderecha, se apodera ese día de la ciudad e impone su ley, que Valencia se convierte en una especie de Sarajevo en guerra, cuando es público y notorio que se trata de grupúsculos que apenas logran reunir a dos centenares de violentos, que no tienen el menor respaldo ciudadano y que encima están más que identificados por la policía por su pertenencia a una peña ultra del Valencia CF.

El 9 d'Octubre ha sido siempre en Valencia el día de la procesión cívica, de la tradicional bajada de la Senyera y su traslado hasta la estatua del rey Jaime I en el Parterre. Un acto cargado de significado histórico que saca a la calle a cerca de 50.000 personas. Es, además, una jornada de actos institucionales y festivos, desde la entrega de los premios que concede la Generalitat a la popular entrada de moros y cristianos. Y por último, es también el momento escogido por el catalanismo político para marchar ya por la tarde por el centro de la ciudad en defensa de unas reivindicaciones que se ocultan bajo lemas equívocos («Fem país», por ejemplo) pero que todo el mundo sabe que buscan avanzar en el proyecto inconstitucional de los països catalans De hecho, la principal organizadora ha recibido casi dos millones de euros para tal fin de las administraciones catalanas.

Esa marcha catalanista se vio reventada el año pasado por un comando fascista, lo que merece una condena absoluta, como hizo este periódico de inmediato. Pero el suceso de hace un año –protagonizado por una minoría que no representa a nadie–no puede ser utilizado torticeramente por la izquierda y por el nacionalismo catalanista para desvirtuar el 9 d'Octubre y para confundir a los valencianos y al resto de españoles con una celebración que desde hace mucho tiempo se vive –o se vivía– con normalidad, sin estridencias. Al relato de la izquierda le conviene tanto identificar a los violentos con una extrema derecha que les interesa engrandecer como ocultar verdades tan incómodas como la masiva presencia en la manifestación catalanista de militantes antisistema conocidos por sus ideas radicales y ajenas al significado del '9 de Octubre'. Esta nueva mentira sólo pretende crear un relato que identifique al españolismo y al valencianismo no nacionalista con los violentos, los extremistas y los alborotadores. No nos confundamos.

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