ÉXTASIS DE UN GENIO
MIKEL PAGOLA ERVITI
Martes, 19 de marzo 2019, 08:58
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MIKEL PAGOLA ERVITI
Martes, 19 de marzo 2019, 08:58
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Hay un bulo fallero que dice que en los últimos días pagan más y que por eso y por manga ancha municipal los pirotécnicos meten más kilos de los legales en la plaza. Nada. El límite son ahora los calibres, que son lo peligroso, y no el peso. Y ya se guardan mucho la Guardia Civil de Intervención de Armas y Explosivos, así como Protección Civil y Bomberos del Ayuntamiento, de que se dispare lo que toca y como se debe. Bien coordinado todo, además, por el expirotécnico Juan Parra Albert, que vela por que el programa polvorista oficial siga su curso, como si fuese fácil. Ayer, con Valenciana, se disparó mucho, sí, pero sobre todo magistralmente. No se trata de quemar mucho material, sino de hacerlo con el olor a arte, que no a pólvora, de ayer. José Manuel Crespo Vidal es un genio del asunto pírico y prueba de ello es esta disparà, que comenzó con traca valenciana y siguió con formidables digitalizaciones: limpias, claras y repetidas, para crear ritmos que hilaban el sentido del discurso. Los perfectos cierres dobles de truenillos (verdes y rojos) estructuraron el verso pirotécnico que Jose declamó en el aire. Cuantas más aliteraciones de golpes así mentaba, más opciones tenía de que algún trueno quedase cual letra descolgada, en fleco. Pues ni uno, oigan. Y los recorridos de relámpagos aéreos, anillando la plaza de un color y volviendo de otro, fueron verdaderos retruécanos de pólvora. En tierra vimos cinco cuerpos, tremendamente armados y sonoramente llenos, con el último separado y doblado, con levísimo hueco, quizá, al entrarlo. Para iniciar el terremoto de forma natural, estopinada, espoletada y con tan sólo tres ramales, y así de bellamente, en un día tan alto y comprometido como un diez y ocho de marzo, hay que tener un par... de estopines (que es lo que usó). En el final, brutal, avolcanó muy largamente toda la plaza con un bramar de truenos cuasi bíblico y sin fin que parecía físicamente imposible de parar en seco. Y, sinceramente, casi no sé cómo lo hizo porque rozó la genialidad atajando semejante torrente, ese verdadero éxtasis, de una forma alucinantemente hermética.
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