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Urgente Detenido un hombre por intentar matar a cuchilladas a otro en Llíria

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Las actuaciones de reivindicación y protesta que están llevando a cabo las camareras de hoteles (las 'kellys') han conseguido que muchos caigamos en la cuenta de que cuando se habla de explotación laboral no es preciso que se piense en sitios y empleos muy alejados. Escuchar a algunas de estas mujeres explicar que no pueden pararse ni para quejarse de sus dolencias, verlas llorar incluso, saber que les pagan entre 1,50 y 2 euros por arreglar una habitación, supone poner caras de sufrimiento donde otros vamos a disfrutar.

Buena parte del 'mérito' de que este problema haya llegado a la opinión pública lo tiene la senadora de Nueva Canarias María José López, hija y nieta de 'Kellys', quien ha logrado que Rajoy reciba a representantes del colectivo, con el simpático y hasta emocionante gesto de que una de ellas llegó a mostrar al presidente la faja que le permite aguantar trabajando de pie.

El turismo es uno de los principales sectores de la economía española, desde luego, y su pujanza se apoya en gran medida en competir por precio y servicios con otros destinos. Pero ahora sabemos que los fríos datos que tanto enorgullecen a los cargos políticos, cuando anuncian que se baten récords millonarios de afluencia turística y pernoctaciones, se basan en habitaciones perfectamente dispuestas por personas que sólo cobran entre 1,5 y 2 euros. Lo que enorgullece de verdad es escuchar a la senadora López cuando señala que ahí hay «explotación y crueldad». Ya quisiéramos más políticos con esa sencilla claridad.

Casualidades de la vida, viene a coincidir que un productor de huevos nos cuenta que los hoteles sólo le pagan 70 céntimos por docena y cuatro meses después de servirlos. Y encima querrán que sean de gallinas de corral. Eso también es explotación por vía turística.

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