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Escopolamina

A tope ·

BORJA RODRÍGUEZ

Miércoles, 9 de enero 2019, 07:53

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Hace años las medidas de prevención parental para el ocio nocturno se limitaban al cuidado con el exceso de bebida, con quién te juntabas y a qué hora volvías a casa. Los peligros han cambiado tanto en los tiempos que corren que podemos situar en el número uno de la lista de las precauciones, vigilar qué te meten en la copa. Un pequeño descuido y tu hija acaba siendo drogada sin que nada pueda hacer. Estas sustancias ya conocidas tipo burundanga (escopolamina), difíciles de detectar y fáciles de administrar en una copa o incluso inhalada sin darse cuenta, anulan la voluntad de la persona afectada, produce desinhibición y amnesia. El cóctel perfecto para los degenerados desgraciados que se van haciendo públicos a través de los medios de comunicación. El último caso conocido ocurrió en nuestra Comunitat hace muy pocos días, donde una chica fue supuestamente agredida sexualmente por cuatro cafres que grabaron en video la brutal agresión. Las imágenes deben ser de tal crudeza que no dan lugar a dudas sobre la culpabilidad de esos cuatro malnacidos. Esta sumisión química deja a la víctima en manos de sus verdugos sin capacidad de decisión y con la difícil tarea, en muchas ocasiones, de demostrar que han anulado su voluntad con sustancias que a día de hoy resultan complicadas de localizar en el cuerpo humano. Bien es cierto que ya existen protocolos en los servicios de urgencias de los Hospitales, donde se detectan signos como la desorientación o la amnesia que ayudan a determinar que pudiera existir algún tipo de sustancia de este tipo. Se añade además otro punto en contra de la mujer y es que en caso de haberse producido una violación, no suelen existir lesiones genitales ya que la droga anula cualquier tipo de resistencia. Es de suponer que hay más cafres sueltos además de los que se han publicado y la pregunta es, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?

Hace años para ver los pechos desnudos de una mujer, alguien le mangaba el 'Interviú' a su padre para enseñarla clandestinamente en el recreo. Sin embargo, hoy, la sexualidad no depende de los padres sino de todo el contenido de internet que los adolescentes creen dar por bueno, normal y real como la vida misma. Craso error. El fácil acceso al porno y la sumisión continua con la que aparece la mujer en el género pornográfico puede dar pie al desarrollo de estas manadas de cafres que destrozan a una mujer. Habrá que estudiar por qué se producen y qué motivan estos actos en una generación que es más digital que analógica. Es marciano que los padres con hijas tengamos que llegar a soltar esta frase: «Ten cuidado con lo que te puedan meter en la copa». Algo habrá que hacer para detener esta locura sexual capaz de destrozar la vida de niñas cuyo único acto es haberse tomado una copa en una discoteca.

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