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Escondamos los residuos en las paredes

Científicos mexicanos usan plásticos en la construcción y otros sudafricanos emplean orina para 'cocer' ladrillos

VICENTE LLADRÓ

Sábado, 3 de noviembre 2018, 09:44

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La vieja táctica de esconder la basura en los rincones o de meter el polvo que se barre debajo de la alfombra, parece inspirar ahora a los investigadores que se esfuerzan por encontrar modernísimas tecnologías que puedan resolver ese gran problema que nos acucia cada vez más: qué hacer con los residuos que nos envuelven, contaminan y amenazan.

Dos jóvenes mexicanos han ideado un nuevo material hecho con plásticos que puede sustituir al cemento y al hormigón convencionales en la construcción. No es idea nueva del todo, ésta de recurrir a esconder en las paredes lo que nos sobra y molesta. Hace tiempo leímos que en el superindustrializado Japón, donde escasea el espacio y prima la limpieza del entorno, habían ideado la manera de integrar las basuras en la fabricación de ladrillos, lo que resolvía varios problemas a la vez: quitar del medio lo que ya no sirve, reutilizarlo para algo práctico y de paso conseguir que el nuevo material pueda ser más manejable y mejor aislante.

El invento mexicano, que ha sido bautizado como 'polycrete', puede contribuir muy bien a resolver esa preocupante cuestión de los plásticos que todo lo llenan, incluidos los mares. De confirmarse que la solución de los jóvenes mexicanos Francisco García y Daniel Mata es idónea -y si no se acabará perfeccionando-, podemos estar ante el fin de un problemón que atenaza a la humanidad, porque los plásticos parecen insustituibles en muchos usos y no siempre es posible su reutilización o su reciclaje convencional. Mejor integrarlos para siempre en techos o pilares, o en el firme de un puente.

En cierta medida no se trata más que de hacer lo mismo que se hizo desde antiguo para construir casas o cualquier otro tipo de estructura para mejorar la vida humana. Lo más inmediato fue utilizar los recursos que se tenían -o se tienen- más a mano: troncos, paja, piedra, barro..., con todas las combinaciones y los perfeccionamientos que la inventiva fue desplegando. Ahora, en plena era del plástico, éste es el material más disponible, y encima problemático. Así que nada mejor que darle un último fin en lo que va a permanecer inamovible para siempre, o durante mucho tiempo. Se quita de en medio y sirve a la vez para ahorrar otros recursos. Tal vez se descubra también que ofrece determinadas condiciones constructivas que sean más ventajosas.

Y como las necesidades de dar cauce a los residuos son muchas y urgentes, los inventores no cesan en su labor de buscar diversas salidas. Y así encontramos otra noticia sorprendente. Investigadores de la Universidad de El Cabo (Sudáfrica) han ideado un sistema para producir ladrillos con orina humana, obteniendo como subproductos fertilizantes para agricultura y jardinería. La orina sustituye a la energía de los hornos para 'cocer' los ladrillos sin necesidad de calor. La ventaja añadida es el ahorro en las depuradoras. El problema derivado será cómo recogerla por separado.

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