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Urgente Muere el mecenas Castellano Comenge

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Sostiene mi amigo Modesto un razonamiento que desde la mera sensatez merece nuestro apoyo: «Yo puedo tener una opinión sobre muchos temas, pero sobre otros no. Por ejemplo sobre los toros. ¿Estoy a favor o en contra? Pues no lo sé». En efecto, parece que nos obliguen a posicionarnos sobre demasiadas movidas y esto sólo favorece la irrupción del pensamiento cimentado en la banal corriente del 'cuñadismo' que cacarea recio durante las comidas familiares. Al hilo de la furia opinadora de corte destarifado que nos salpica con sus babillas fanáticas estalla la famosa «equidistancia», concepto un tanto vago que se sitúa en la tierra de nadie o en ese limbo de los que se colocan de perfil para evitar la lluvia de palos. Así, el batallón de los equidistantes, sospechamos que donde en realidad militan es en la tradicional y españolísima costumbre de quedar bien. Los equidistantes de hoy en realidad son los bienquedas de ayer. El pulcro equidistante de nuevo cuño considera que la charlotada del referéndum carece de legalidad y no es sino un vehículo dirigiéndose hacia un callejón sin salida. Pero estos equidistantes, para escapar de la demoledora etiqueta de «facha» que con tanto frenesí enchufan los puretas de la raza, añaden a continuación que el gobierno pepero lo está haciendo francamente mal, rematadamente fatal. Esto es, en su afán de bienquedismo reparten sus dardos para adoptar así un tono que les libre de los garrotazos. El referéndum es un delirio pero el gobierno es muy chungo, por favor, no me asocien con él. La equidistancia yace esclavizada por el deseo de una neutralidad blanda y olvidan los equidistantes que, a veces, lo de quedar bien con todos te conduce a lo contrario porque no contentas a nadie y te sacuden desde ambos bandos. Equidistante, he aquí una profesión con mucho futuro.

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