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En una de esas cajas de recuerdos diversos que guardas en un altillo y un día sacas para activar el modo nostalgia y recrearte con aquellas fotos del colegio de El Pilar que nos hacían en las escaleras de acceso por Blasco Ibáñez y entre montones de cartas escritas a mano, telegramas, felicitaciones navideñas, entradas de fútbol y de toros, programas del Palau de la Música, boletines de notas, carnés y recortes de prensa y hasta participaciones de bodas y recordatorios de comuniones, en medio de todo ese maremagnum testigo de un tiempo analógico que se nos escapa y que ha dado paso a nubes digitales con miles de fotos que no tienen un simple álbum en el que fijarse, encontré dos memorias económicas del Valencia CF, de la primera mitad de la década de los ochenta, años duros, recién salvados de la tragedia gracias al gol de Tendillo en la última jornada y camino del infierno inevitable de la segunda división, travesía por el desierto no hacia un oasis sino a un secarral árido y pedregoso. Está bien eso de recurrir de vez en cuando a las fuentes documentales como remedio frente a las construcciones fantásticas y los mitos más o menos interesados pero siempre falaces. Lo que las citadas memorias traslucen es una entidad hundida económicamente, quebrada, que había vivido por encima de sus posibilidades (¿les suena la música?) y se enfrentaba a la dura realidad de tener que pagar la fiesta sin disponer de fondos para hacerlo. Deberían ser de consulta obligada para los que ahora nos tratan de vender una historia de glorias, títulos, grandeza y poderío que no siempre existió, desmemoriados de esta edad de penurias, impagados, fichajes de indocumentados de los que no habías oído hablar cuando no tenías internet para averiguar algo de ellos, empates miserables, derrotas bochornosas, eliminaciones prematuras y decepción permanente. Una vez desactivado el modo nostalgia y vuelto al tiempo presente me dediqué al ejercicio de comparar presupuestos de los rivales en la semifinal de la Copa del Rey de España, ésa que juega el FC Barcelona aunque un grupo de sus seguidores griten independencia. Voy a ver, me dije, la evolución desde hace diez años, cuando el Valencia conquistó su último trofeo. En 2008, la entidad blaugrana disponía de un presupuesto de 315 millones de euros, mientras que el del Valencia era algo menos de la mitad, unos 150 millones. Pasados diez años, los culés mueven este año 897 millones de euros, mientras los blanquinegros andan ahora en 92 millones, una cantidad inferior a la del Villarreal, sí, el Villarreal, y se gastan en un solo fichaje más que todo el dinero que maneja la entidad valencianista en una temporada. Es decir, de ser algo menos de la mitad o ser apenas una décima parte. ¿De qué estamos entonces hablando?

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