Borrar

Diez minutos

Arsénico por diversión ·

Como logro es un triste resultado. Les están pidiendo prácticamente que miren la bola de cristal, no al paciente

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Sábado, 26 de enero 2019, 10:18

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Una de las tareas que se le exigen a un dirigente político es la previsión. A veces nos parece que es la acción lo que debe centrar su actividad y es cierto que la toma de decisiones es parte inherente de la gestión pública, pero para que funcione debe haber una planificación. La planificación consiste en saber adónde vamos y cómo vamos a llegar ahí. En una palabra, diseñar un mapa y poner en marcha el GPS. De hecho, el programa electoral debería ser precisamente eso, la hoja de ruta de un partido si ha de formar gobierno. Sabemos, sin embargo, cuán lejos está esa perspectiva de la realidad. A menudo se queda en mera retórica para seducir al electorado.

Sanidad es, entre todas, una de las áreas más delicadas en la gestión por su especial vinculación con la vida cotidiana del ciudadano, y por tanto debería exigírsele más que en ninguna otra una planificación cuidada y muy medida. Aquí la mala costumbre política de funcionar a base de prueba y error pone en juego la vida o, como mínimo, la salud de todos. No vale rectificar sin más por no haber sabido organizar bien. Lo estamos viendo con las reversiones de algunos hospitales y, en los últimos días, con las exigencias de los médicos de atención primaria que no son más que intentos de tener medios suficientes para ofrecer una buena atención sanitaria. Han tenido que protestar, salir a la calle y evidenciar las dificultades de dar un buen servicio para que las autoridades decidan que tal vez es necesario revisar el número de facultativos. Que los médicos tengan que manifestarse para que al menos puedan dedicar diez minutos a cada paciente evidencia una pésima planificación. Las prisas de la consellería por ampliar el número de profesionales en más de 300 «de forma inmediata», cuando este gobierno va a culminar en unos meses su legislatura, obliga a preguntarse cómo es posible que en cuatro años nadie supiera de las necesidades que tenía el sector ni atendiera las quejas de los afectados. Que el Consell apruebe in extremis un Plan de Recursos Humanos que estaba pendiente desde hace dos años muestra la desproporción entre la atención y recursos dedicados a hacer ideología y la destinada a la gestión eficaz. No era necesario ni siquiera sentarse en el despacho de la consellera para saber que los médicos están abrumados por la burocracia. Basta con intentar explicar a uno de ellos los males que nos aquejan mientras pelea con la web, con el ordenador y la impresora o con un sistema que le hace mirar más a la pantalla que a los ojos del enfermo. Pero lo peor de todo es pensar que toda esta lucha es por arañar apenas unos minutos a poder diagnosticar, revisar y reajustar un tratamiento. Diez minutos como logro es un triste resultado. Les están pidiendo prácticamente que miren la bola de cristal, no al paciente. Cuatro años para llegar a esto es un pésimo aval con el que solicitar el voto para otros cuatro más.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios