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Curiosidad

Tienda de campaña ·

Frente a la casi evidencia de que el lunes seguirá todo sin resolver, el elector duda hasta el último minuto

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Jueves, 25 de abril 2019, 07:47

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Recibo en casa un folleto. Por una cara, sobre fondo azul, dice «Hola Pablo», y por la otra, sobre fondo rojo, «Adiós Pedro». Y eso es todo. Hemos llegado a la síntesis del zumo, a lo sublime de la simpleza. Yo bueno, tú malo. Al PP le dijo alguien que debía adelgazar sus mensajes y exhibe una campaña para párvulos.

Pero el resto de partidos no mejora el nivel. Sánchez confunde ser presidente con sonreír desdeñosamente, mientras Rivera juega a ser el niño revoltoso que pasa al pupitre de al lado el dibujo obsceno. Patio de recreo: dos contra uno y el chico de la coleta blandiendo la Constitución como nuevo Libro de Mao: «Nuestros enemigos están todos en alianza con el imperialismo...».

A Ximo Puig le han dicho que sonría mientras pone cara de pensar en futuro, y le cuesta. Sin duda es muy difícil si además has de ponerte una mano en la barbilla, como Ortega y Gasset en aquella foto. Mientras tanto, Madre Teresa Oltra, en otro tiempo azote de corruptos y muestrario andante de camisetas, reparte monas de pascua a los jubilados que le piden otra para el segundo nieto. No hay oposición: ni Isabel Bonig en su apelación a la seriedad ni Toni Cantó, con sus recursos teatrales levantan una vigorosa alternativa de cambio.

Solo veo dudas entre los electores. Faltan horas apenas y la gente sigue preguntando a los que escribimos de las elecciones por obligación que qué hacen esta vez. Vota por descarte, vota a la contra, vota al que menos rabia te dé. La gente está desconcertada; pero porque ni siquiera en lo esencial, Cataluña y los indultos, ve que exhiban ideas claras. Porque ni siquiera los que tienen el poder saben utilizarlo en su favor con proyectos atractivos. ¿Dónde está aquél túnel submarino que iba a ser acceso norte al puerto? ¿Dónde las deudas que se iban a condonar?

Bloques, compartimentos para recetas planas y ninguna sugerencia de alianzas. No veo nada sobre política exterior y de defensa, sobre Europa e inmigración. ¿La reforma de la Administración quién la defiende de un modo serio? ¿Quién quiere, a fin de cuentas, cambiar la ley electoral para que el nacionalismo no hipoteque a los gobiernos? Los viejos resabios de un país vapuleado se oponen a la frescura libre de la elección de un candidato. La gente no sabe a quién votar porque ya no se fía de nadie, porque todos los partidos, alguna vez, han hecho lo preciso para decepcionarle.

Al final queda la curiosidad, que es una pasión humana de baja intensidad. ¿Cómo le quedará lo del chalé a Pablo Iglesias y su pareja? ¿Resurgirá Sánchez como un corcho en la corriente? ¿Será Casado tan seguro como pregona? ¿Cómo otorgará Rivera garantías de solvente? Frente a la casi evidencia de que el lunes seguiremos con el mismo crucigrama sin resolver, nos queda un poquito de curiosidad sobre Vox. Es morbo si bien se mira. O sea un cierto masoquismo.

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