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Los cuatro tránsfugas de Ciudadanos le salvaron ayer el cierre de curso político al Consell de Puig y Oltra. Alexis Marí, Alberto García, David de Miguel y Domingo Rojo permitieron con sus votos que el Gobierno valenciano aprobara la ley de acompañamiento de los Presupuestos de la Generalitat de 2018. Sin ellos, sin esa labor del portavoz socialista Manuel Mata para atraerse a los diputados que salieron enfrentados con la dirección de Cs que encabeza Albert Rivera, los titulares de los periódicos estarían describiendo hoy el principio del fin del pacto del Botánico, ese acuerdo a tres bandas firmado por los socialistas, Compromís y Podemos y que permite a Puig presidir la Generalitat. Que los votos determinantes para aprobar esa ley fueran de cuatro diputados que han abandonado el grupo político con el que lograron su escaño no resta legitimidad al resultado de la votación. Eso sí. Ni lo resta ahora, ni lo hace en la Diputación de Alicante cuando es César Sánchez quien logra el apoyo de un tránsfuga y entonces sí, PSPV, Compromís y Podemos ponen el grito en el cielo y denuncian todo tipo de atentados contra la democracia. Los ex de Ciudadanos han protagonizado un salto ideológico que les ha permitido en sólo unos meses pasar de militar en un partido que sataniza el nacionalismo a apoyar las cuentas apoyadas por una formación, la de Oltra, que está en contra de la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución. Lo de ayer en el pleno de Les Corts ocurrió porque algunos diputados de PSPV y Compromís estaban ausentes. Y, por encima de eso, porque Podemos decidió por fin dejar de amenazar con ponerse serio con sus socios del Botánico, y se puso serio de verdad. Lo que la formación de Antonio Estañ -antes de Antonio Montiel- ha hecho durante toda la legislatura ha sido un ejercicio permanente de amago, una advertencia que nunca se traducía en nada para con el PSPV y Compromís. Y estos últimos, conscientes de que Podemos no se atrevería a dar el paso, han chuleado a la formación morada mucho más allá de lo permitible. Ayer cambió esa historia. Podemos se atrevió a dar un aviso serio a dos partidos -sus socios en el Botánico- con los que quizá acaba de descubrir que no guarda tantas coincidencias como puede pensar. El órdago de Podemos se salvó con la maniobra de Mata con los no adscritos. Y la formación morada descubrió, quizá por primera vez, que respalda a dos partidos que se apoyarán en quien haga falta -Marí llegó a pedir la dimisión de Ximo Puig en un debate de política general- para sostenerse. Lo de venir a hacer política para cambiar la vida de la gente queda bien como eslogan. Algunos se dedican a la política para mejorar su vida. Quizá Estañ haya aprendido la lección.

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