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En su cuenta de twitter escribía Jordi Évole el domingo, a propósito del fallecimiento de Lolo Rico, que «ojalá que lo que ella hizo en los 80 (innovar, transgredir, hacer pensar) seamos capaces de hacerlo 40 años después». Fue lo primero que pensé al conocer la noticia de la muerte de la creadora, de qué programas actuales de la tele se hablará dentro de cuatro décadas; cuántos lograrán ser recordados; qué trascendencia tendrán, pasados unos años, los espacios que copan hoy nuestra parrilla. Porque la repercusión que ha tenido siempre 'La bola de cristal' no se ha debido a modas y ha ido más allá de cualquier atisbo de nostalgia. El magacín con el que una generación (que ronda los 40 y se ha quedado huérfana) aprendió y se divirtió los sábados por la mañana continúa siendo un ejemplo de buena televisión y reúne valores inauditos hoy en día.

¿Conseguirá 'Salvados' mantener la vigencia cuando pase medio siglo? ¿Parecerá 'Operación Triunfo' moderno con el paso de las décadas? ¿Se valorará el impacto en la audiencia de formatos como 'Radio Gaga' como lo hacemos con aquel espacio que presentó Alaska en compañía de los electroduendes? Parece poco probable y nos tocará aguantar vivos unos cuantos años más para comprobar qué programas quedan en el recuerdo colectivo y cuáles se olvidan o quedan caducos.

Me inclino a pensar que lo de 'La bola de cristal' es una excepción difícil de repetir, que concurrieron una serie de circunstancias que la hicieron posible y que es complicado que sucedan de nuevo. Los años 80 no se entienden ni se explican sin 'La bola de cristal'. ¿A qué formato irán unidos los dosmiles? ¿A 'Gran Hermano'? ¿A 'Tu cara me suena'? ¿A 'Sálvame'? El tiempo nos lo dirá y a otros les tocará analizar la diferencia entre ambos y la evolución y exigencias de la audiencia.

Si algo me congratula es que Lolo Rico se haya ido siendo consciente de la importancia que tuvo su labor, de lo relevante que fue su figura para la profesión y para los espectadores. Habitualmente se suele ensalzar la carrera de algunos profesionales cuando ya no están. A ella se la reivindicó en vida. Se lo merecía. Era lo mínimo que podíamos hacer el resto para devolverle lo que ella nos había dado.

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