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Cría independentistas y te sacarán los ojos

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Una pica en Flandes ·

Los sucesos de los últimos días en Barcelona no son obra de extranjeros llegados para sumarse al caos

ESTEBAN GONZÁLEZ PONS

Lunes, 21 de octubre 2019, 10:42

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Cuando los bárbaros saquearon Roma no vinieron de fuera, hacía mucho que vivían dentro de las fronteras del Imperio, que comprendían el latín, rezaban a un Dios cristiano y compraban usando monedas con el rostro de un César. No invadieron Roma, la demolieron. Tito Livio contaba que al entrar por la fuerza los galos en la ciudad provocaron algunos incendios, pero no extendieron el fuego por todas partes y que así desconcertaron a los romanos, y que los romanos miraban esos fuegos aquí y allá llenos de pavor, «como si la Fortuna los hubiese puesto de espectadores de la ruina de su patria». Los bárbaros no son conquistadores, más bien se comportan como una infección, los padecen los cuerpos debilitados e indefensos.

Los sucesos de los últimos días en Barcelona no son obra de extranjeros llegados para sumarse al caos, ni de infiltrados, ni de anónimos descontrolados o radicales, no, esos heridos, incendios y destrozos que nos llenan de pavor se deben a nuestros propios bárbaros, a los bárbaros que nosotros mismos hemos consentido que se criaran con mimo a nuestro alrededor. Todos tienen nombre y apellido español, una plaza en un instituto o universidad española y un médico español que los ha medido, pesado y vacunado cuando sólo eran cachorros. La televisión pública de Cataluña los ha ideologizado desde que veían dibujos animados, el fútbol los ha entrenado en el odio, el grito y la bengala, la política en boga les ha contado que no hay posible reconciliación nacional, en el colegio aprendieron a segregar su tierra de la otra, su lengua de la otra, su historia de la otra y su gente de la otra, colgaron con sus padres banderas de revolución y guerra en los balcones y el nacionalismo les ofreció la coartada que necesitaban para disfrutar quemando la ciudad. No son los hijos descarriados del independentismo, son los hijos a secas de los independentistas.

Nuestra debilidad consistió en no impedir que se formara una generación de bárbaros pese a que sabíamos que eso estaba sucediendo. Y que continúa sucediendo porque la doctrina del rencor y el racismo sigue propagándose por Cataluña como si fuese pacifismo y buena educación. Toda la violencia a la que estamos asistiendo es el resultado de muchos años de doctrina nacionalista aceptada como moral, como si el nacionalismo no fuera enemigo de la paz. Históricamente el nacionalismo siempre ha traído dolor y destrucción.

Si no queremos acabar siendo «espectadores de la ruina de su patria», además de apagar los fuegos de Barcelona, debemos aprender que los bárbaros vienen de dentro; que si crías bárbaros te sacarán los ojos; que el nacionalismo no es respetable; que la división de la España azul contra la España roja es la herida que suele infectar el independentismo; y que los bárbaros no eran nacionalistas, pero los nacionalistas sí son los bárbaros en España.

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