Valencia celebrará en 2021 el año Berlanga para conmemorar el centenario del nacimiento del genio. Nadie como él guionizó el panorama político de una España que ha dado tristes argumentos para la comedia. La corrupción, entre la juzgada y la presunta, ha encadenado décadas de vergüenza nacional. Entre los miles de folios del sumario del caso Erial, donde la investigación de la Guardia Civil coloca a Zaplana en la cúspide de la trama, sobresale la chapuza. Hay pasajes ridículos, de una torpeza exagerada o estudiada. Episodios más propios de la ficción. El relato del hallazgo casual de unos documentos en el despacho de los abogados de Marcos 'el yonki del dinero' Benavent resulta kafkiano. Unos papeles encontrados por un inquilino en un falso techo de un piso que fue propiedad de Zaplana. De risa. El primer paso de una hoja de ruta con el fin de enriquecerse a golpe de delito. Un ejercicio de presunto truhanismo político con protagonismo principal y por escrito para el entonces director general de la Policía, Juan Cotino. El perseguidor de los malos con papel de malvado. Un sumario con personajes bufonescos, como Paco 'El Gasofa', amigo del campeón -apodo con el que se conocía a Zaplana-, presunto blanqueador de dinero de turbia procedencia y paganini de yates de lujo para broncear a la clac zaplanista. Una película propia del estesismo y pajarismo de la transición. Bañadores ajustados y camisas de flores de manga corta para ellos y pamelas anchas y peluquería para ellas. Y alguna gorra de capitán de barco, que bien podría llevar Pachano, el amigo miedoso, que tras verse descubierto por las cuentas en Andorra entró en pánico. Y el Rondel oro y verde a borbotones, burbujeante y sobre el cuerpo de aquellos que pensaron que el dinero público era para uso y disfrute de unos pocos. Con Juanba 'el del Madeira' repartiendo canapés. Al grito en cubierta de: «Somos capitanes generales, al año que viene tendremos un pastizal». El sueño de Joaquín Barceló, que entre llamada y whatsapp, aspiraba a construir en la costa alicantina la Pachano Tower. Todo lo que leen no es inventado, forma parte en su esencia de las pesquisas de un sumario. En el maletín personal del expresidente de la Generalitat encontraron otro documento con la segunda parte de la hoja de ruta del negocio. Las reuniones se celebraban entre bambalinas, como la que Zaplana, que dice que no sabía nada pero que se enteraba de todo, y el uruguayo Fernando Belhot mantuvieron en la trastienda de una boutique de moda en Madrid para huir de espías. Berlanga ya fintó con maestría la censura de otros tiempos. 'La escopeta nacional' destripó con bisturí al tardofranquismo y en 'Todos a la cárcel' hubo rueda de reconocimiento en aquellos tiempos de la corrupción socialista. Sólo hay que cambiar de época y de siglas para producir el guion berlanguiano de 'La corte del campeón'.