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Correo Viejo, 5

TIENDA DE CAMPAÑA ·

El problema de la EMT es que sus estamentos -viejos empleados y nuevos enchufados- no se hablan... salvo por correo nuevo

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Domingo, 20 de octubre 2019, 09:37

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En la plaza del Correo Viejo el paseante curioso puede ver un precioso retablo de azulejos que además del rótulo, el escudo de la ciudad y la fecha, muestran a un muchacho que cabalga sobre un brioso corcel. Junto al regazo, bien custodiada, lleva la valija en la que traslada misivas de un sitio a otro. El jinete es un 'troter', un miembro del respetado gremio de los correos. Y si está allí es porque, desde 1756, en esta plaza recoleta de la ciudad estuvo la Casa de Correos, con su buzón y su servicio de entrega.

La televisión, últimamente, saca mucho esa plaza del Correo Viejo. Sobre todo su número 5, antiguo palacio del barón de Santa Bárbara, señor de Godella y Rocafort. La casona, del siglo XV, era de propiedad municipal y el Ayuntamiento, siendo alcaldesa Rita Barberá, la destinó, después de una elegante restauración, a sede de la EMT. En 2002, cambiar por este palacio las viejas instalaciones de la Saltuv, en la calle de Aben al Abbar, debió ser un gozo de los sentidos para empleados, administrativos y gerentes.

Sin embargo, en 2019, la plaza más serena de Valencia está agitada. Los vecinos, sesudos regantes de la Acequia Real del Júcar, atisban tras las persianas un constante ir y venir de concejales y periodistas: hay crisis política.

Porque el problema de la EMT es el de muchas empresas públicas, configuradas por dos estamentos: uno es el de los empleados 'viejos', los 'de siempre', que miran con sorna a los advenedizos, colocados y enchufados de los partidos que llegan por oleadas. Unos y otros no se hablan, quizá ni se ven aunque trabajen en el mismo edificio. Según me dicen, en realidad es que «no se pueden ni ver». De modo que desde una estanqueidad silenciosa, desde un aislamiento monacal, se comunican solo por correos «nuevos», lo que no deja de ser una paradoja en la plaza del Correo Viejo.

Un día, siempre por correo nuevo, se ordenó enviar pasta a la China. Hasta que un banco se atrevió a preguntar y se armó la mundial. Ahora hay días en que la casa 5 de Correo Viejo se parece al 13 de la Rue del Percebe. Esta semana, un pleno municipal extraordinario, reclamado por la oposición, ha socavado los cimientos del pacto de gobierno y, en plena campaña electoral del 10 de noviembre, ha propiciado un hecho insólito: la oposición ha ofrecido al PSOE, mitad del gobierno municipal, los votos necesarios para terminar de una vez con el mandato de Ribó y Grezzi.

En 1961, quizá por consejo del cronista Almela, se puso el retablo de azulejos del jinete en la plaza. Por entonces ya se había perdido del todo el nombre que los valencianos habían usado antiguamente, que no era otro que el de Plaza de la Estafeta. Una palabra premonitoria, que tiraba del italiano (Stafetta) para nombrar a los correos y diligencias que iban de aquí para allá, de una parada a la siguiente, hasta su destino. Y colorín colorado.

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