Borrar

Corazón de tiza

Arsénico por diversión ·

Buena parte de la música actual tiene componentes de amores patológicos preocupantes

María José Pou

Valencia

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Lunes, 18 de septiembre 2017, 09:37

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La música siempre es un 'gap' generacional, un salto entre generaciones. En los gustos musicales es donde mejor apreciamos el cambio de una generación a otra y el salto que comporta, con precipicio incluido en ocasiones. Nuestros abuelos escuchaban 'En tierra extraña' de Concha Piquer; nuestros padres, el 'Cisne cuello negro' de Basilio y nosotros, el 'Cadillac solitario' de Loquillo. Ahora, en cambio, nos hablan de Juan Magán, de Abraham Mateo o de Bruno Mars y no sabemos ni tararear alguno de sus éxitos.

Por eso no es extraño que a los adolescentes o jóvenes de hoy, que no vivieron la Movida ochentera, les cueste entender lo que significan Loquillo o Radio Futura para la música española. Y, así, los ayuntamientos que dirigen son capaces de prohibir el 'Corazón de tiza' por su contenido violento. Y lo mismo con Loquillo, con La Unión e incluso con Alejandro Sanz. Es el caso de Torrijos, un pueblo de Toledo, que ha elaborado su propio Índice, cual Santo Oficio, para aclarar qué obras pueden interpretarse y cuáles no en sus fiestas. Las prohibidas son aquellas consideradas sexistas como 'La mataré', de Loquillo o 'Eres mía', de Romero Santos. Imagino que no serán fiestas en las que las pachangas interpreten 'Quince años tiene mi amor' del Dúo Dinámico, por abuso de menores; 'Dame veneno', de Los Chunguitos, por acoso; 'Fumando espero', de Sara Montiel, por incitación al tabaquismo o 'La fiesta de Blas', por promoción del alcoholismo.

Es comprensible la lucha contra el sexismo desde todos los frentes. Los datos nos dicen que ya no podemos atribuir al franquismo ni al antiguo régimen un modo de pensar que siguen perpetuando las nuevas generaciones educadas en la igualdad y el respeto. Así, la forma de atacar la mentalidad machista es no permitir la promoción de mensajes que minusvaloren a la mujer o que den por hecho el uso de la fuerza en las relaciones sentimentales. Ahora bien, leídas con las gafas de hoy hay pocas canciones que puedan salvarse. De hecho, no podríamos escuchar tangos, por ejemplo, pues muchos de ellos tienen un componente de posesión, de celos y de relaciones tormentosas que solo hablan de un tiempo antiguo. Con los boleros, nos sucedería lo mismo o es que ¿acaso no es preocupante que alguien diga «si tú me dices ven, lo dejo todo»? Puede ser una demostración de cariño pero también una dependencia enfermiza. No es la letra la que diferencia ambos significados sino la interpretación que uno haga en su contexto o en su vida. Buena parte de la música contemporánea tiene componentes de amores patológicos tan preocupantes como sus demostraciones entre adolescentes. Esas piezas sí son dignas de estudio, porque hablan del presente reproduciendo roles sexistas a pesar del cambio social. Un tango de Gardel retrata un tiempo pasado con mentalidad superada, pero un reggaetón actual quizás está evidenciando el fracaso social contra el machismo.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios