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CONSPIRACIÓN TÉCNICA

MIKEL PAGOLA ERVITI

Sábado, 16 de marzo 2019, 09:45

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Cuando una mascletá se detiene es, evidentemente, muy llamativo porque dejan de oírse sonidos dentro de un espectáculo basado en ellos. Y como no hay cosa que duela más a un pirotécnico que los silbidos del público que, ávido de pólvora, pide, con razón, su ración diaria sin interrupciones, les aseguro que Zarzoso pagó ayer con creces el problema técnico que tuvo con la máquina de disparo. Toda la parte eléctrica se chequea antes, pero la prueba definitiva, claro, sólo se puede hacer en el momento de la quema. En la comprobación las consolas emiten una verificación que indica que todo está correcto y que son capaces de disparar, pero los ordenadores, ya saben, pueden fallar. La mascletá empezó con traca valenciana y, antes de terminarse esta, comenzó el fuego aéreo, basado en tres secciones clásicas que funcionaron correctamente porque iban a la antigua usanza: con estopín. Ahí llevó cracker, truenos, pitos y serpentinas de truenillo (las rojas, por cierto, debían subir más). Luego vinieron chicharras y crosetes rojas y verdes. Tuvo detalles bonitos como pequeños arrebatos de separación, bien integrados. Precisamente tras uno de estos iba a comenzar el fuego digital para abrazar la plaza. Pero la electrónica se conspiró para no querer funcionar. Por eso se detuvo el disparo: el digital no respondía a la orden de activación (y tampoco lo hizo para la rúbrica final). Lo poco que tardaron en reaccionar se convirtió, claro, en suficiente para que el público protestase. Raudos, continuaron, pues, con el terrestre, que tenía un curioso arrebato de inicio, por eso hubo un golpe aéreo en ese punto. Tuvo cinco retenciones (la primera en cañeta). Todas se acompañaron con aéreo a cada lado. Este sí funcionó perfectamente porque iba estopinado, como toda la vida. Bien previsto. Vistió el suelo con espoletas verdes y rojas y con descargas. El terremoto fue natural, estopinado (de agradecer), espoletado y entró bien con seis ramales porque el cuerpo ya iba muy alto. Hizo cuatro pasadas, la última con descargas de color. Siguió un bombardeo tradicional, más serpentinas y chicharras, y un último bombardeo.

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