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CONFUSAS VENTAS A PÉRDIDAS

VICENTE LLADRÓ

Lunes, 12 de noviembre 2018, 09:18

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El ministro de Agricultura, Luis Planas, ha anunciado una modificación de la Ley de Mejora de la Cadena Agroalimentaria para prohibir la venta a pérdidas.

Con este cambio se cumplirá, en teoría, una larga aspiración de los agricultores y ganaderos, reiteradamente demandada por sus organizaciones sindicales. Su planteamiento es sencillo. Las grandes cadenas de distribución comercial utilizan su posición dominante para imponer precios de compra bajos en origen, ruinosos muchas veces y casi siempre por debajo de los costes de producción, lo que sume en el desastre a los productores y marca su precaria situación. El interés principal de las cadenas estriba en captar clientes, en arrebatárselos a la competencia, para asegurarse mayor capacidad de venta y por tanto de recaudación. Y ahí juegan un papel fundamental las estrategias para atraer al público con el reclamo de ofrecer artículos de gran consumo a precios bajos.

Entre los principales productos que ejercen ese papel de reclamo suelen estar siempre la leche, las frutas de temporada y de gran volumen, el arroz... Y para vender barato es evidente que se ha de comprar barato. Ahí puede quedar latente una duda: ¿por qué se resignan los agricultores a vender barato y no se hacen fuertes? Porque la mayoría de veces no pueden hacer otra cosa, corren riesgo de que se les estropee su producción, han de soltarla para no perder más aún; están atrapados.

La conclusión es fácil: convendría que actuaran las autoridades para evitar estos desequilibrios que siempre perjudican al eslabón más débil. Y la autoridad actuó. Ahí está la Ley de la Cadena Alimentaria, que en la práctica ha servido hasta ahora de poco; a la vista está: persisten los precios ruinosos de siempre, o peor que antes. Encima las autoridades de Competencia han terciado algunas veces para desdecir que se pueda actuar de esta forma, al tiempo que se ha argumentado la conveniencia de legislar de modo que quede claro que las reglas generales de Competencia no deben ser las mismas que rijan en las cuestiones agroalimentarias.

De ahí la intención del ministro Planas de dejar más claro que no se puede vender a pérdidas. Pero eso puede generar nuevas líneas de confusión. Vender a pérdidas significa vender a menor precio que el de compra. Sin embargo en el campo se suele interpretar que vender a pérdidas es vender por debajo de lo que cuesta de producir, porque entonces se generan pérdidas para el productor. No es así, pero se entiende así. Entonces, ese cambio que se anuncia ¿consistirá en marcar precios mínimos de venta o simplemente quedará en lo de que no se puede vender por debajo del precio de compra? Porque si es lo primero será un notición que traerá mucha cola, y si es lo segundo quedaremos otra vez igual. ¿No podrá un comerciante saldar productos que no haya podido vender antes, para que no se le estropeen?, ¿se preferirá que se acaben pudriendo, aumentando el problema del desperdicio alimentario?, ¿de qué forma se podrá saber el precio real de adquisición de algo?, ¿se olvida que siempre cabe formalizar facturas a la medida o comprar por ejemplo a razón de dos por uno, o la fórmula que sea? Llegamos a lo mismo de siempre: si un agricultor está desesperado por vender lo que se le va quedar en el campo, aceptará lo que sea y no habrá manera de evitarlo. Salvo que se quiera ir realmente más allá, cosa que por ahora no parece muy probable.

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