Borrar
Urgente Centros comerciales abiertos este viernes en Valencia

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Las caras y las respuestas de los adolescentes no se me van de la cabeza. A mi alrededor, una docena de alumnos de ESO de colegios de Valencia. Públicos, concertados y privados. El motivo, el elogiable proyecto impulsado por el Papa Francisco en todo el mundo para hacer debatir a jóvenes sobre problemas como el bullyng o el maltrato. Me llamaron y allí fui a hablar con ellos. Una de mis preguntas fue sencilla. «¿En vuestras clases habiáis hablado antes sobre violencia de género o de cómo el machismo se hace cada vez más fuerte entre los menores?». Las caras de asombro, los 'noes' a media voz adolescente y los gestos de negativa fueron cayendo como una losa sobre mí. Ni uno sólo de los 12 chavales había tratado en sus últimos cursos la lacra de la violencia doméstica en forma de charla o actividad educativa en el colegio. Ni un sólo profesor (insisto, de centros públicos, concertados y privados, había de todos los 'colores'), director o jefe de estudios había tenido una iniciativa en el aula para concienciar a los alumnos sobre el maltrato. Ni un sólo colegio había tratado el tema. De nada sirve que fiscales, policías y pedagogos pongan el grito en el cielo sobre el machismo que se dispara entre menores. Acerca de que confundan amor con control cuando entre parejas (ellos sobre todo) se exigen las contraseñas del whatsapp o de redes sociales, o que acepten cambiar las ropas que llevan porque al otro le parezca 'provocativa'. O que pregunten a toda hora dónde están. La vacuna contra la lacra del maltrato nacerá en las aulas o jamás nacerá. Y el pálpito en los colegios es que poco, o nada, se está haciendo por ello. Podremos poner más policías, más pulseras de alejamiento y más juzgados especializados. Mientras un niño y una niña no se vean como iguales desde el mismo pupitre, las muertes seguirán subiendo.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios