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Lo dijo Fran Ferri, el portavoz de Compromís en Les Corts, el día después del mitin de Pedro Sánchez en Valencia. «Propone un café para todos, no una solución singular para la situación de la Comunitat», lamentó. El de la financiación autonómica es un problema que afecta a quince CCAA, no únicamente a la valenciana, por más que sea ésta una de las más afectadas. De manera que esperar una solución personalizada para las cuentas de la Generalitat, no siendo una de las regiones con régimen foral y no teniendo una amenaza independentista detrás como Cataluña, resulta poco realista. Sánchez vino a Valencia y dijo eso de que la reforma estará la próxima legislatura, y dejó en el aire esa percepción de que entre la sentencia del 1-O y el Valle de los Caídos, la reforma del sistema con el que se reparten los fondos públicos entre las autonomías no está ahora mismo entre sus prioridades. Y ese es el verdadero drama, o parte de él. La agonía financiera que arrastra la Comunitat, y que se viene taponando desde hace años gracias al FLA, sigue sin ser uno de los frentes políticos principales para el Gobierno. Sea porque se asume que esa patata caliente será difícil de resolver si no se tiene mucho más dinero que aportar a la caja pública -y eso, con los primeros indicios de enfriamiento económico, parece poco probable-, sea porque Cataluña ha preferido echarse al monte con el independentismo en lugar de liderar un debate en el que sería la región con más a ganar, lo cierto es que la financiación y su reforma no es un asunto prioritario. No lo fue para el Gobierno de Rajoy, que desaprovechó años de bonanza económica y prefirió que el cabreo sociológico en Cataluña se consolidara. Y no lo es para el de Sánchez, que entre las múltiples convocatorias electorales no encuentra tiempo para abordar el asunto. Así que el FLA sigue ahí, para garantizar que la administración autonómica siga subiendo la persiana por las mañanas. Por cierto, este FLA salvador, que Puig celebró el jueves como si Valencia hubiera sido elegida sede olímpica, es el mismo FLA malvado que -en tanto que préstamo- tendrá que devolverse algún día. El «chantaje» y la «estafa» que era la llegada de esos fondos se presenta ahora como un salvavidas por parte del Gobierno. Incluso se saca pecho de recibir 110 millones de euros más de lo previsto inicialmente... ¡porque el déficit acumulado es mayor que la previsión inicial! Felicitarnos de haber acabado el año, en términos financieros, peor de lo que lo habíamos previsto constituye el colmo del absurdo. Pero claro, si la situación de angustia es tan elevada que ni siquiera nos planteamos protestar -más que el día después-, habrá que seguir poniendo la mano y buena cara. Eso sí: si el café es para todos, que no nos lo hagan pagar también.

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