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Berlín, al rescate

Es ahora un secreto a voces la incompatibilidad de EE UU y Alemania, cuya relación bilateral está bajo mínimos

ENRIQUE VÁZQUEZ

Jueves, 7 de junio 2018, 17:05

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Es un hecho que la UE está en peligro. No en su dimensión institucional y menos aún en su consideración administrativa de extracción y vocación comercial, pero sí en lo fundamental: su condición de hecho político que canceló el tormentoso recorrido histórico de Europa expresado tradicionalmente en la rivalidad germano-francesa. Y en Washington se alegran casi abiertamente: no agrada -como ha registrado crudamente la crisis bilateral causada por la abrupta vuelta norteamericana al proteccionismo tan grato a Trump- que el viejo continente vuele solo y con éxito.

La relación bilateral está bajo mínimos ahora y hay indicios de que la Casa Blanca desoye al Pentágono, por ejemplo, muy preocupado por la eventual erosión de la exitosa alianza sobrevenida tras la II Guerra Mundial y la victoria en el conflicto de los norteamericanos (y sus socios británicos) y los rusos. Trump ha entrado en acción desde el criterio de que Washington tiene una agenda específica, nacional y un punto nacionalista, y no está obligado a ninguna coordinación con los aliados de 70 años. No parece estar todavía en peligro la OTAN, pero no se excluye su eventual fin en el nuevo orden si triunfa la tesis de que tras la extinción del régimen comunista soviético y la consolidación de Putin y su escolta de millonarios el pacto atlántico está desfasado y es prescindible.

Hay un par de capitales, París y -sobre todo- Berlín donde todo esto resuena como incompatible con el orden social-liberal implantado con éxito en Europa tras la II Guerra Mundial y encuadrado ahora en la Unión Europea, que tampoco interesa nada en el Washington de Trump. Sobra decir que el eje Berlín-París, aún fuerte y bien coordinado, es el adversario a abatir en su condición de dúo propiamente político de la UE. Es ahora un secreto a voces la incompatibilidad de Washington y Berlín.

Alemania puede verse pronto en la poco estimulante perspectiva de un auge imparable del populismo nacionalista todavía manejable hoy pero ya visible y al alza en varios länder y cuya naturaleza política es, por definición anti-UE. Muy poco después de terminar la II Guerra Mundial con la derrota alemana y en el epílogo a su libro sobre los últimos días de Hitler, Hugh Trevor-Roper recordó muy útilmente que si bien Hitler fracasó por completo «hubo un momento en que estuvo a punto de triunfar» y predijo que, si los demócratas liberales que le sucedieron fracasan, los alemanes podrían «volver sus ojos no al desastroso final de Hitler, sino a su transitoria prosperidad». En la Alemania impecablemente democrática de hoy eso parece sencillamente absurdo, pero el populismo nacionalista de derecha está creciendo... la UE pierde interés y atractivo para la joven generación vigente y un tal Trump desdeña el viejo orden liberal-atlántico y tiene por la OTAN un afecto manifiestamente mejorable. El es un nacionalista populista y no le va nada mal. Vienen tiempos difíciles...

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