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Una buena noticia procedente de Zaragoza. Buena para la economía española, aragonesa y, de rebote, valenciana. El principio de acuerdo entre la dirección de la factoría Opel de Figueruelas y los sindicatos de trabajadores garantiza unos años de tranquilidad y paz laboral para una fábrica de la que el año pasado salieron más de 380.000 vehículos. De los que se destinan a la exportación, el puerto de Valencia compite con los de Barcelona y Tarragona, en el litoral mediterráneo, y con el de Vigo, en el atlántico, por captar la mayor cuota posible de coches. La comunicación ferroviaria de Figueruelas con el Grao se realiza a través de la decrépita línea Sagunto-Teruel-Zaragoza, por la que en algunos tramos los trenes circulan a poco más de 30 kilómetros por hora. Unas mínimas intervenciones en la vía permitieron hace meses restablecer los convoyes por este itinerario, en lugar de tomar la ruta de Tarragona, con muchos más kilómetros pero con mejores velocidades comerciales. La Autoridad Portuaria de Valencia comprometió una importante inversión (53 millones de euros) para mejorar la línea, señal inequívoca del interés estratégico que tiene para el Puerto una buena conexión con la capital aragonesa y, a través de esta ruta, con la cornisa cantábrica.

El conflicto catalán, que cada vez parece más evidente que tiene todas las trazas de convertirse en permanente, no sólo ha traído a Valencia algunas firmas catalanas que han trasladado su sede social, aunque no de momento la operativa, sino que también ha aproximado a dos comunidades vecinas como son Aragón y la Comunitat. Zaragoza es un gran centro logístico y el Grao aspira a ser su salida natural al mar. La antipatía que provoca en muchos ciudadanos el desafío soberanista y las dudas que produce en empresas e inversores, hace que en la capital maña se mire antes hacia Valencia que hacia Barcelona. Tampoco el expansionismo que anida en todo buen nacionalista ayuda a la causa catalana. El Gobierno aragonés salió recientemente a anunciar la retirada de un libro de texto en el que se habla de la corona 'catalano-aragonesa', falacia histórica que no se sostiene pero que en colegios, universidades y círculos supuestamente intelectuales de Cataluña está más que asentada. Si Valencia se maneja con inteligencia y una mezcla justa de prudencia y ambición, si Puig mantiene bajo control a Compromís y no juega a ser más nacionalista que los nacionalistas (como su homóloga y compañera de partido Francina Armengol en Baleares) y si Fomento cumple sus compromisos con la línea Sagunto-Teruel-Zaragoza, la Comunitat puede ampliar su área de influencia y el Puerto consolidar un liderazgo que en Madrid aún no se acaban de creer.

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