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Dos años después

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Las elecciones de 2019 tendrán como protagonista, en la ciudad y más allá, a la alcaldesa Rita Barberá, convertida en leyenda

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Jueves, 22 de noviembre 2018, 09:24

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La defensa que hace unos días esbozó María José Catalá de la dignidad y la honorabilidad de Rita Barberá llega un par de años tarde; pero seguramente vale para redimir la deuda de todo el partido, al tiempo que la consagra como candidata a la alcaldía de Valencia. Otros y otras no han sabido. Es probable que ni siquiera hayan entendido todavía que la que fue alcaldesa de la cuarta provincia valenciana, incluso puede que sin querer, les ayudaba a todos a ganar elecciones, fuera en la Vall d'Uixó, Albatera o Torrent, qué más da. Y es que se olvida todo muy pronto y ni siquiera los periodistas recordamos ya el tiempo en que se jugaba, en las redacciones, a ver cuántos puntos obtenía por encima del presidente de la Generalitat de turno; una forma de decir que ella no estaba dirimiendo elecciones contra Carmen Alborch, Ana Noguera, Aurelio Martínez o Rafa Rubio, que era mucha brega, sino también con el que al PSOE se le ocurriera poner como aspirante a la presidencia del Consell, fuera Ignasi Pla, Jorge Alarte...

Se cumplen dos años de la muerte de Rita Barberá y su figura vuelve al palenque de las tertulias y comentarios, de las cábalas y las cábilas, sobre todo porque ni se le ha dedicado la calle de la que se habló fugazmente, ni se ha resuelto si sus concejales van a ser juzgados o no, ni el partido que ella ayudó a fundar, y después sostuvo, ha sido capaz de decir oficialmente quién aspira a defender su legado. Y es comprensible, ya que estamos ante mucha responsabilidad y la gente buena que hay ahora en la política, con todos los respetos, es infinitamente más floja que la de la generación política que proporcionó a Valencia aquella alcaldesa. Más floja de remos y de convicciones, más floja de coraje y de ambición, más floja de valores y de resistencia para defenderlos. Y no porque valgan menos, ni se hayan preparado peor, sino por la razón sencilla de que ya no se lleva, en la sociedad actual, el estilo de los ochenta y los noventa: ni el de Rita Barberá ni el de Pérez Casado, Pedro Zamora, Clementina Ródenas o Carmen Alborch. No hay en política gente como ellos, no quedan comunistas, conservadores, liberales o socialistas como los de aquel tiempo, pata negra; porque lo que se consume es una papilla sin ideología hecha de temorcitos de conveniencia, populismo radical, flojera medioambiental, catalanismo de imitación y nacionalismo de campanario... cocido todo en salsa twitter.

La candidatura de Valencia es clave en las elecciones que han de venir. Quien la ocupe cargará sobre los hombros con un legado muy duro de llevar. Porque, o mucho me equivoco o ella, dos años ausente, va a ser la protagonista principal de las elecciones de 2019. Es lo que suele ocurrir con las personalidades de gran impronta: que se convierten, sin querer, en leyenda y hasta en mito. Incluso sin necesidad de llevarse el 54 % de los votos, como ella hacía.

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