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Adictos digitales

AGUSTÍN DOMINGO MORATALLA

Domingo, 13 de octubre 2019, 09:40

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Algún día, los investigadores sobre adicciones digitales no se limitarán al estudio de muestras relacionadas con la infancia y juventud. Mientras tanto, los datos que nos proporcionan los sucesivos estudios empiezan a ser preocupantes. Hasta ahora, desde las instituciones educativas se ha favorecido y fomentado su uso de una manera indiscriminada. No sólo porque el simple hecho de la matriculación universitaria impide la insumisión digital al cargarte con una cuenta, sino porque las directrices educativas de la Unión Europea llevan varios años promoviendo, con mucho dinero, lo que llamamos «competencias digitales».

Recordemos que estos programas han supuesto la transformación digital de los centros, las aulas y las prácticas educativas. Ya resulta impensable una evaluación tradicional de los alumnos sin las redes, unas aulas sin pizarras electrónicas con acceso a Internet, o el uso masivo de 'tablets' en clase. Los materiales educativos están cargados en los dispositivos y los aprendizajes son digitales. Si el profesor consigue utilizar Kahoot o Minecraft introduciendo estrategias de gamificación en las aulas, entonces mostrará a la comunidad educativa unos super-poderes que lo convertirán el seductor héroe del aula digital.

Son cada vez menos los profesores que, cuando llegan nuevos a un centro, preguntan por la biblioteca o los fondos bibliográficos. Apenas se utiliza ese material ancestral de la educación que llamamos «libros». Por eso, la gran preocupación de los arquitectos educativos cuando diseñan la biblioteca de un supuesto centro de formación, no está en la distribución de los puestos de trabajo o el espacio disponible para establecer el orden bibliométrico de la clasificación universal decimal (cdu), sino en la velocidad de la conexión con la que se trabajará en cada puesto de «lectura».

Este afán por la digitalización provoca un olvido de las patologías y abusos que aparecen en centros y familias. De la misma forma que se han diagnosticado adicciones con sustancia (alcohol, drogas), la adicción digital está siendo catalogada como una nueva patología que no requiere sustancia. En el cerebro humano y la personalidad se producen cambios análogos a los que producen las sustancias. Se alteran las mismas zonas cerebrales que afectan a la recompensa, la motivación y el control de impulsos. Los problemas más graves aparecen en adolescentes dada su especial vulnerabilidad y fragilidad. Se produce antes de la maduración y por ello cada vez son más habituales conductas impulsivas, incapacidad de autocontrol e incluso baja autoestima. Si a ello añadimos el sedentarismo, la obesidad y el desinterés por todo aquello que no esté digitalizado, entonces la competencia digital puede llegar a transformarse en incompetencia comunicativa. El mejor caldo de cultivo para la aparición indolora del totalitarismo.

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