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Memoria histórica y esperpento

GLORIA CONEJERO CERVERA NIETA DEL DOCTOR SERVANDO CONEJERO SOTOS, ONCÓLOGO Y GINECÓLOGO VALENCIANO, DE LA COMUNIÓN TRADICIONALISTA, Y SOBRINA-NIETA DE JUAN, DE ÁUREA, DE ADOLFO Y DE VICENTE CONEJERO SOTOS, DEL PARTIDO COMUNISTA.

Lunes, 22 de mayo 2017, 00:51

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El alcance de las averiguaciones hechas por el profesor Morant y Ariño, ayudante doctor de la Universidad de Valencia, es, en ocasiones, tan escaso que me lleva a dudar de la seriedad, rigor y solvencia de sus procedimientos.

Soy nieta de Servando Conejero Sotos, nombre que el Ayuntamiento de Valencia, atenido a las averiguaciones del profesor Morant, ha decidido retirar del callejero. El doctor Servando Conejero Sotos era un médico valenciano, correspondiente del Instituto Pasteur de París, y miembro del Instituto Rubio de Madrid, que en los años veinte y treinta del siglo pasado desarrolló exitosas terapias para la curación del cáncer. Véase uno de sus libros, titulado 'Contribuciones al problema del cáncer', en el que informa de sus investigaciones y tratamientos. Estas investigaciones las hacía en el laboratorio que tenía en la calle de la Reina, del barrio valenciano de El Cabañal.

En agosto de 1936 es sacado de allí y llevado a la cárcel de San Miguel de los Reyes por sus ideas tradicionalistas y el 5 de diciembre es sacado de allí para ser no fusilado sino acuchillado en el picadero de Paterna. Recogieron el cadáver amigos de la familia, muy próximos a la CNT. La orden de que se le matase fue dada por Juan Conejero Sotos, muy alto cargo del Partido Comunista de Valencia y hermano del doctor Servando Conejero Sotos y, por tanto, tío-abuelo mío. Los otros hermanos de mi abuelo, Áurea Conejero Sotos, Adolfo Conejero Sotos y Vicente Conejero Sotos eran asimismo figuras muy relevantes del Partido Comunista Valenciano, al igual que las hijas de Áurea, que se llamaban Elvira y Teodora Albelda Conejero.

El nombre de 'Servando Conejero' va a ser sustituido en el callejero valenciano por el de 'María Cambrils, escriptora'. María Cambrils vivía en El Cabañal con su madre y tenía una hija llamada también María. María Cambrils y su madre estaban las dos enfermas de cáncer. Las trataba mi abuelo, el doctor Servando Conejero Sotos. Fue mi abuelo quien les aconsejó que abandonasen El Cabañal, porque la humedad de su casa les estaba siendo muy perjudicial, y que se trasladasen a una casa en un barrio de Valencia no lejano a la calle de las Barcas 2, en la que mi abuelo tenía su famosa clínica, donde desempeñaba sus tareas de ginecólogo y de oncólogo. María Cambrils murió de cáncer, parece que en 1937. Mi abuelo había dejado de tratarla en 1936. Se atribuye a María Cambrils un libro. No está escrito por ella, puede que las ideas sí fueran suyas. Ni María Cambrils ni su madre sabían escribir. Curiosamente, a María, ya entrada en años, la enseñó a leer mi abuela Purificación Olmos Zarzoso. Es que el famoso ginecólogo y oncólogo valenciano Servando Conejero Sotos y su mujer habían logrado construir en torno a ellos y a varios personajes del modesto barrio de El Cabañal todo un mundillo de cultura, movido y curioso. El doctor no sólo era médico, sino también articulista (publicaba sobre el cáncer en el diario LAS PROVINCIAS), y editor.

A la calle le van a quitar el nombre de mi abuelo. No quiero molestar a nadie con lo que voy a decir, pero así ocurrió. Llamaron a mi padre a que asistiera a la inauguración. Y tanto él como sus hermanos quedaron indignadísimos. Era inadmisible que después de 37 años de asesinado pusieran el nombre del doctor a una calle tan modesta, cuando mucha gente de su época que no le llegaba ni intelectualmente ni moralmente a la altura del zapato tenía avenidas. Aquello era una broma de mal gusto. Así que los hijos de Servando Conejero Sotos estarían plenamente de acuerdo con la decisión tomada por el Ayuntamiento de Valencia (me permito sugerir al Ayuntamiento que honre la memoria del ilustre oncólogo valenciano Servando Conejero Sotos asignando su nombre a algún lugar más significativo en la ciudad).

No tengo que decir nada más. El profesor Morant, ya que él no ha logrado hacer estas averiguaciones, puede, a lo menos, molestarse en confirmarlas.

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