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Qué cursis pueden llegar a ser

Dicen que nos quieren salvar pero de momento nos torturan con la coentor de su lenguaje

PABLO SALAZAR

Domingo, 4 de diciembre 2016, 00:03

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La muerte de Fidel Castro me ha permitido caer en la cuenta de algunos hechos que como poco me resultan interesantes. Uno de ellos, las evidentes similitudes con el fallecimiento de Franco. El anuncio del óbito por parte del hermano Raúl era como estar viendo a Arias Navarro, «españoles, Franco ha muerto», y el dolor del pueblo ante la desaparición del dictador parecía sacado del No-Do, aquel ya lejano noviembre de 1975, colas eternas para despedirse formadas por los mismos ciudadanos rotos por el dolor que tras derramar sentidas lágrimas ante el féretro que contenía el cadáver del general acudieron meses después a votar al PSOE, al PCE o a la ORT de Paquita Sauquillo. El otro gran descubrimiento es el de la cursilería. Sí, lo cursi como factor común de populistas de todo el mundo, de derechas o de izquierdas, anglosajones o latinoamericanos, de dictadores, adláteres y aduladores varios. Estos días hemos podido escuchar o leer auténticas horteradas coentas y relamidas referidas al revolucionario cubano (revolucionario en 1959, dictador comunista el resto de su vida) y dignas de mejor causa. Que si era el duende, el guía, el padre (mejor hubiera sido decir el abuelo, o el bisabuelo, o por poco el tatarabuelo), el sol, la luna, la luz, el faro... ¡Uffff! A todos los líderes que hacen del populismo su herramienta de trabajo -aunque nieguen emplearla- les encantan los discursos grandilocuentes, trufados de referencias poéticas, o supuestamente poéticas, literatura barata para seducir a un público entregado que, no hay que olvidarlo, llora de emoción cuando ve por decimoséptima vez 'Pretty woman', como recordaba Ramón Palomar en una de sus más celebradas columnas. Rimas en consonante ideales para un ejercicio de Lengua de 8º de EGB, impropias de mandatarios o de políticos que aspiran a dirigir los destinos de un país. Un territorio abonado con incultura, escasa educación y muchas horas de realities en el que crece con pasmosa facilidad esta cursilería ramplona que llama a conquistar el cielo. Y no les hablo, hoy no, de atuendos, ni de comportamientos sociales, de esa urbanidad que pasó a mejor vida al ser considerada como un vestigio del franquismo. Me refiero sólo al uso del lenguaje, al uso y abuso de adjetivos pomposos, cargados de un boato decadente y artificial, impropio de estos tiempos, nada imaginativo y mucho menos eficaz. Que seguramente es la forma que tienen de ocultar sus deficiencias de fondo, la carencia de un proyecto sólido, bien armado, intelectualmente avanzado, capaz de enfrentarse a los retos de un presente difícil y cargado de interrogantes sin tener que recurrir a palabras huecas. Supongo que es lo que toca, que al fin y al cabo es lo que su público les demanda, que para captar votos entre los fans de 'Gran hermano' y 'Sálvame' ése es el mejor camino, pero estarán conmigo en que resultan de un cursi que roza lo insoportable.

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