Borrar
Urgente Detienen a una abuela y a su nieto menor de edad por traficar con drogas en la Ribera Baixa
Integrantes de Cruz Roja atienden a los niños ucranianos que llegan a Manises IRENE MARSILLA
Ucranianos refugiados en Valencia | «Los niños están cansados pero felices»

«Los niños están cansados pero felices»

41 refugiados ucranianos entre los que se encuentran 14 pequeños con discapacidad llegan a Valencia de la mano de la Asociación DAMARK

BELÉN HERNÁNDEZ

Martes, 29 de marzo 2022, 21:59

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En silla de ruedas, cogidos de la mano de sus madres o moviéndose en el carro, catorce niños con diferentes discapacidades de origen ucraniano llegan a las seis y media de la tarde al aeropuerto de Manises. Alegres de haber escapado del conflicto, aunque también cansados tras realizar un viaje que se ha alargado durante todo el día. «Estamos agotados«, comentan las madres de los pequeños, impacientes por llegar al hotel en el que pasarán la noche. Días más tarde, se remitirá a estos niños a un centro especializado para su tratamiento en Paterna.

Desde hacía horas, un gran número de voluntarios de Cruz Roja aguardaban su llegada. Cuatro ambulancias esperaban fuera. Aquellas 41 personas ahora están lejos del conflicto gracias a la Asociación Social Humanitaria No Gubernamental DAMARK, que han gestionado su salida del país y han movilizado todos los hilos para que los niños recibieran la atención sanitaria que necesitaban.

El aeropuerto no ha escuchado ningún llanto de estas familias ucranianas. Pero el agotamiento es evidente en el rostro de aquellas madres que han tenido que cargar solas con todo el proceso. Preocupadas por el estado de salud de sus hijos y cómo iban a sobrellevar el viaje y teniendo en mente a los maridos o padres que han tenido que dejar atrás porque tienen prohibido salir del país. A pesar de que estos pequeños padezcan diversas discapacidades, seis de ellos afectados de parálisis cerebral, mostraban un semblante tranquilo.

Desde su silla de ruedas, el mayor de ellos sujeta un juguete para hacer pompas de jabón. En su cabeza luce un divertido gorro azul con una estrella de brillantes. Calmado, aliviado por estar fuera de peligro. Niños que tienen interiorizado el sonido de las bombas aunque no sean plenamente conscientes de la profundidad del conflicto. Dentro de la ambulancia, otro pequeño que no llegará a seis años se asoma al cristal. Juega con un elefante pequeño y mira por la ventana sin temblar, conservando su inocencia intacta.

El trayecto ha estado lleno de altibajos. Un accidente en el autobús que trasladaba a estas personas ucranianas al aeropuerto de Bucarest, con un enfrentamiento entre el conductor del mismo y otro hombre, ha sido la causa de que no pudieran llegar a tiempo al vuelo, que estaba prevista su llegada a las 18:30. Con una escala planificada en Milán, han dejado en la ciudad italiana a dos niños de ocho meses que necesitaban una operación urgente porque padecían enfermedades cardíacas.

«Lo que más nos importa es el bienestar de las familias tanto físico como psicológico. Hay que ayudarles porque esta situación es muy dura», comenta Victoria Petronelli, administradora del centro de crisis de la organización DAMARK. Con una preocupación genuina por aquellos pequeños, comparte: «No puedo creer que el ser humano pueda hacer cosas así. Antes nos considerábamos hermanos de Rusia».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios