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De los mercadillos a la Yihad por internet

El vecino de Alaquàs sospechoso de servir al Daesh trabajó en la venta ambulante y se quejaba de problemas económicos

J. A. MARRAHÍ

Valencia

Jueves, 1 de enero 1970

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Un hombre discreto, humilde, de vestimenta occidental, fiel al rezo en mezquitas, padre de familia numerosa y que había aireado entre sus colegas musulmanes los problemas económicos que le atenazaban. Así se esboza el perfil de Hamdy B., el ciudadano sirio de 55 años que el martes acabó preso con la grave acusación se servir al Daesh adoctrinando y alentando al terror yihadista a través de las redes sociales y chats de internet.

Conocer a fondo a Hamdy no es tarea sencilla. Su familia, contrariada por la detención y el revuelo mediático, habla con cuentagotas. Allí, en el 26 de la avenida del País Valencià de Alaquàs, Hamdy, casado y padre de nueve hijos, habitaba desde hace aproximadamente año y medio. Todos hablan muy bien español y, según los vecinos «visten a la manera occidental». En su finca trató con pocos vecinos, pues el inmueble es un continuo trasiego de inmigrantes establecidos en régimen de alquiler, muchos por periodos cortos, y con una escasa relación entre ellos. Tampoco los comerciantes reconocen a Hamdy con la excepción de un frutero.

El ciudadano sirio está casado, es padre de nueve hijos y solía acudir a rezar a mezquitas de Valencia y l'Horta

Es Ihab Fahmy, coordinador de la Unión de Comunidades Islámicas de Valencia, quien arroja algo de luz sobre la historia del hombre al que la investigación a convertido en supuesto yihadista. A través de la comunidad islámica, sabe que llevaba ya «muchos años establecido en España». Y, antes de Alaquás, había vivido en Torrent. Según Fahmy, su única actividad laboral conocida era «la venta de ropa en mercadillos de toda Valencia, los pueblos y zonas turísticas», sin poder concretar si era su dedicación actual.

Su considerable número de hijos hacía que Hamdy no pasara desapercibido. Según ahondó Fahmy, el sirio afincado en Alaquàs «tenía algunos problemas personales propios de los inmigrantes que encuentran dificultad para salir a flote. A veces se quejaba de su situación económica o de la imposibilidad de regresar a su país». El presunto miembro del Daesh era habitual de las mezquitas, tanto en Valencia como en la establecida en la calle José González Huguet. Sin embargo, por la información que maneja Fahmy, «no era un hombre con demasiada formación religiosa pese a acudir a los rezos. Y no teníamos conocimiento de que pudiera estar radicalizándose o manifestando conductas violentas». Este punto, base de las acusaciones, es el resultado del análisis policial de los mensajes, fotos y vídeos que colgaba el sospechoso en sus canales de información.

El sirio y su familia se establecieron hace año y medio en un piso cuyo alquiler gestionó una hija

Según fuentes vecinales, fue una hija mayor del sospechoso, ya adulta y trabajadora, la que gestionó el alquiler de la casa en la que habitaba el sirio. De acuerdo con las mismas fuentes, los propietarios del inmueble ni siquiera sabían que había una familia numerosa en la vivienda. Su conocimiento respecto a los habitantes era de una joven y sus dos hermanas. Los propietarios, que prefieren mantenerse en el anonimato, no ocultan su «susto y desagradable sorpresa» al descubrir que un presunto siervo de la Yihad habitaba en el inmueble. La familia era rigurosa en el pago de los casi 400 euros del alquiler.

«Somos una familia normal que quiere vivir en paz»

La familia del presunto yihadista detenido en Alaquàs lo está pasando mal. A la sorpresiva operación policial se suma el torbellino mediático o las miradas de los vecinos desde la cercana calle. «Allí es... Allí vivía el hombre...», susurran unas mujeres reunidas en corrillo frente al patio. Sus persianas están bajadas. Piden respeto y prefieren guardar silencio al ofrecimiento de LAS PROVINCIAS para conocer su versión. Una de las hijas de Hamdy afirma, de manera muy escueta: «Esperamos que se pruebe su inocencia, pero no podemos ni queremos decir más». Lo expone mientras camina apresuradamente a su trabajo. A través del telefonillo, otra hija epxone: «Somos una familia normal que quiere vivir en paz». La puerta del primer piso se nos abre unos segundos y un joven aclara: «Hemos contactado con un abogado y de momento no sabemos nada de mi padre».

En el segundo piso habita una inmigrante brasileña. Asegura que tanto el hombre, como su familia, eran personas «tranquilas, respetuosas, normales y de apariencia occidental». Destaca la «buenísima educación» de las hijas del sospechoso. A la vecina le llamaba la atención «el coche de alta gama que llevaba el hombre, cuando sin embargo vestía de manera muy humilde».

LAS PROVINCIAS consultó al ayuntamiento para saber si había intervenido en la casa de Hamdy en alguna ocasión a nivel policial o asistencial. Los responsables municipales no facilitaron dato alguno bajo el argumento de que hay una operación «bajo secreto de sumario».

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